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Actualizado: 18 de mayo de 2025
De esta suerte, yendo y viniendo a lo largo de la calzada, o recostado ociosamente contra el parapeto, dejaba correr una o dos horas, sin más ocupación que la de ver llegar el abasto campesino en el deleitoso amanecer. Sus ojos se holgaban en observar la confusión de trajes versicolores, de fachas rudas y curtidas, de espuertas rebosantes, y el polvoroso tropel de borricos, de bueyes, de rebaños.
La produccion de loza fina es considerable, y se hace notar bastante la de pieles curtidas, que imitan los bellos tafiletes y cueros marroquíes. Sevilla, como centro agrícola de la baja Andalucia, hace fuertes exportaciones de aceite y vinos, y centraliza grandes valores en granos y frutas de todas clases. No contábamos con mucho tiempo para hacer un estudio detenido de Sevilla.
¡Si sólo torpedeasen á los buques armados! añadió . La guerra es un salvajismo, y hay que cerrar los ojos ante sus golpes traidores, aceptándolos como hazañas gloriosas... Pero hacen algo más: tú lo sabes. Echan á pique buques de comercio, vapores de pasajeros, donde van mujeres, donde van pequeños. Sus mejillas curtidas tomaron una coloración de ladrillo cocido.
Allí unicamente trabajaban las mujeres. Aquellos bigardos se pasaban la vida con un fusil al hombro, charlando. Ellas cultivaban la tierra y metían las cosechas en silos, ahumaban y secaban carne y pescado, fabricaban anzuelos y flechas. Los hombres únicamente cazaban, pastoreaban las cabras y compraban y vendían pieles curtidas, jaiques, azufre, camellos y bueyes.
Las mujeres que encontraba por aquellos países no le distrajeron, porque eran la mayor parte toscas aldeanas curtidas del sol, y si tropezó con alguna beldad éuskara, esta, en vez de sonreír al oficial amadeísta, le echó mil maldiciones. Además, Baltasar, frío y concentrado, no era de los que toman por asalto un corazón en un par de horas.
Caras curtidas por el sol y el viento, severas pero simpáticas, de ojos inteligentes, expresivos y un poco burlones; un acento mesurado y sonoro, y de correcta pronunciacion en lo general, y un aire de benevolencia y honradez, distinguian á esos rústicos hijos de la Vieja Castilla.
Al llegar al fementido buhardillón en que le conocimos, trancó la puerta por dentro, sentóse con dificultad sobre un casi invisible taburete de pino, cargó la pipa, encendióla, chupó; y cuando espesas nubes de humo le envolvían la cabeza, la dejó caer entre sus nervudas, angulosas y curtidas manos, después de afirmar los codos sobre las rodillas.
Este Calderón era hijo de otro Calderón muy conocido en el comercio de Madrid, negociante al por mayor en pieles curtidas, que con ellas había hecho una buena fortuna y que en los últimos años de su vida la había acrecentado, dedicándose, a la par que al comercio, al giro y descuento de letras.
Palabra del Dia
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