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Actualizado: 26 de mayo de 2025
Los negocios de la bodega crecían y se desarrollaban con la fecundidad beneficiosa que acompaña siempre a todo crimen hábil. Comenzaba la carrera de honradez de los Dupont, gentes excelentes, con esa bondad de los que no necesitan cometer una mala acción para que sus negocios prosperen, ni ven puesta a prueba su virtud por la desgracia.
Arroyuelos de agua cristalina corrían serpenteando y murmurando por el somero cauce que naturalmente habían abierto, y en cuyas márgenes crecían violetas, rosas silvestres y mil hierbas de olor. No bien empezaba a anochecer discurrían por el aire en multitud sin cuento las luciérnagas, como brillantes joyas con que bordaba allí su manto la primavera.
Las coles crecían á la simple vista, y una calabacera, plantada á alguna distancia, se había extendido al través del espacio intermediario, depositando uno de sus gigantescos productos directamente debajo de la ventana indicada. Había, sin embargo, unos cuantos rosales, y cierto número de manzanos, procedentes probablemente de los plantados por los primeros colonos.
Disipada en parte la niebla que pesaba sobre su espíritu, pudo fijarse y tomar interés en lo que á su alrededor pasaba. El regocijo y la bulla crecían á medida que avanzaba la tarde. Una agitación tumultuosa reinaba en las calles: de su recinto estrecho salía un clamor profundo como el de un río que se despeña.
Un arroyuelo cristalino corría cerca murmurando. Crecían en su margen blancas y moradas violetas, y otras no cultivadas florecillas, que embalsamaban el aire con suave y grata fragancia. Floridos rosales de enredadera y otras plantas, que se ceñían a los troncos, y pasaban de un árbol a otro, como festones y guirnaldas, formaban allí misteriosa espesura y apartado recinto.
Y las voces de ellos y de los príncipes de los sacerdotes crecían. 24 Entonces Pilato juzgó que se hiciese lo que ellos pedían; 25 y les soltó a aquel que había sido echado en la cárcel por sedición y una muerte, al cual habían pedido; y entregó a Jesús a la voluntad de ellos.
También crecían en el jardín varias plantas de reseda y heliotropo, y una muchedumbre de perlas de Oriente y rosales de malmaisson, que debían igualmente su existencia á sus desvelos. Otro tanto había sucedido con la lectura. Octavio había principiado por leer los tomos desvencijados y grasientos que su madre guardaba en el armario de la ropa blanca.
De aquí nació aquella multitud de vagabundos, de muchachos maleantes que acostumbrados á viciosos hábitos, y en frecuente contacto con gente corrompida, crecían, se hacían hombres, terminando las más de las veces su existencia en la horca ó en las galeras del rey.
Su carácter no participó, sin embargo, de tal prosperidad. Notose que a medida que se enriquecía tornábase pálido, flaco y malhumorado, y su recelo e inquietud crecían cuanto más aumentó la popularidad de su mujer.
En torno de ella percibíanse grandes jirones de espuma que crecían y menguaban alternativamente ciñéndola de un blanco cinturón de encaje. El viento soplaba recio, pero franco y benigno, porque tenía espacio donde extenderse. Las tres falúas con las velas desplegadas cortaban el agua una en pos de otra como otras tantas gaviotas que se persiguieran.
Palabra del Dia
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