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Actualizado: 31 de mayo de 2025
Veinte días estuve con ellos. CIPIÓN. Antes, Berganza, que pases adelante, es bien que reparemos en lo que te dijo la bruja, y averigüemos si puede ser verdad la grande mentira a quien das crédito.
Como quiera que ello fuese, D. Raimundo se daba en Madrid tono de muy hidalgo, y su gentil presencia, su elegancia en el vestir y el dinero que solía gastar con rumbo, prestaban a su hidalguía no corto crédito.
En el puente de la piragua más cercana se distinguían varios hombres ocupados en las maniobras de las dos velas, y muchos otros aplicados a los remos. De cuando en cuando se oía una voz que gritaba: ¡miro! ¡miro!; pero el Capitán se guardaba muy bien de darle crédito.
Agenciar dia y noche aquel favor, aquella condicion necesaria para que yo adelante y goce; mejor dicho, procurarme sin descanso aquella mercancía indispensable para que sea un mercader feliz. ¿Vale más mi crédito que un paraguas, un pañuelo, un bolsillo, un billete? Pues tome usted el billete, el bolsillo, el paraguas. ¿Vale más mi mercancía que la de usted? Pues tome usted su mercancía.
La situación llegó a ser un día tan extremadamente angustiosa, que la heroica anciana, cansada de mirar a cielo y tierra por si inopinadamente caía algún socorro, perdido el crédito en las tiendas, cerrados todos los caminos, no vio más arbitrio para continuar la lucha que poner su cara en vergüenza saliendo a pedir limosna.
Si para lo primero les negamos el crédito, seria preciso negárselo para lo segundo. No solo nos dicen que hay tal cuerpo, sino que del mismo modo nos cercioran de que un cuerpo no es el otro. No conocemos con mas certeza que á una sensación le corresponda en lo exterior un objeto, que la distincion entre los dos objetos de distintas sensaciones.
¡Bueno!... ¡Llevá tus pilchas a casa y decile al sargento Gómez que te acomode con él! ¡Está bien, señor! Di media vuelta y salí como con alas en los talones. Ir a servir con el sargento Gómez, el agente mejor reputado en la comisaría, el crédito de la sección, era para mí la gloria. ¡Pedir más, la verdad, hubiera sido tentar la suerte!
Bringas no podía notar la falta, y si por acaso la notaba al pasarle la mano por la cara, ella le diría cualquier cosa, le diría que... Que se los había quitado en señal de duelo. Doña Cándida le venía como de molde para la operación de crédito que proyectaba. Encontrola en el comedor, tan campante, tan despabilada, tan despierta como si no hubiera pasado una mala noche.
Esto supuesto, se ve quan temerariamente niegan algunos Sectarios la existencia de los milagros solo porque ellos, no los ven; y con quánta imprudencia niegan el crédito á algunos Varones, que por su santidad y sabiduría deben ser creidos.
Don Braulio leyó la carta una, dos, hasta tres veces, como quien no se entera bien, como quien no da crédito al testimonio de sus sentidos, como quien duda aún de si es realidad o si es una pesadilla o un delirio lo que percibe.
Palabra del Dia
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