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Actualizado: 10 de mayo de 2025
Fernando no tuvo tiempo para reflexionar sobre aquel extraño acontecimiento, porque, en aquel instante, abriose una puerta dorada, y la camarera mayor de la Reina anuncio a Su Majestad María Teresa, que apareció apoyándose en el brazo del cardenal Bibbiena, confesor del Rey.
¿Y de qué os he de perdonar? contestó con dulzura el padre Aliaga. Vos, señor, sois un gran personaje. No lo creáis; yo soy un siervo de Dios, aunque indigno, y vuestro hermano. Sois confesor del rey. Lo que no me hace ni más ni menos sacerdote que otro. Sois inquisidor general... El rey me lo manda. Y yo soy un cocinero, no más que un cocinero, que aunque lo es del rey...
Al principio, como confesor prudente, mostró no dar importancia a aquellas visiones: podría muy bien estar equivocada; el diablo finge muchas veces tales escenas para engañar a las almas incautas, deslizando en ellas el veneno de la vanidad y la soberbia.
Cuando el confesor del rey levantó la cabeza de su mano, Alonso del Camino, que le contemplaba con una atención y una curiosidad intensas, vió relucir por un momento un fuego sombrío en el fondo de los ojos del fraile.
Y no había medio de pasar de aquí. Las lágrimas salían a sus ojos, y el nudo de la garganta volvió a apretársele de un modo horrible. En toda su vida, en tiempo alguno, habíase visto la infeliz en trance semejante. La persona que familiar y cariñosamente llamaban algunos la rata eclesiástica, infundíale más respeto que un confesor, más que un obispo, más que el Papa.
No ha existido, ni existe, ni existirá, monja que pueda tolerar tal cosa. Lo más, lo más que sucede es lo siguiente: Se pone malo un confesor, y en un día de confesión se encuentra huérfana una monja. Entonces otra, por gran favor, por una gracia especial, especialísima, cede su confesor á la monja huérfana. Y la rivalidad llega hasta á los regalos que las buenas madres hacen á sus confesores.
Corriente, padre rector, corriente... Yo tengo mi confesor fijo; nunca me he confesado con otro... El padre Pareja, excelente sujeto. ¡Un santo, padre rector, un santo! ¿Usted me entiende? El padre rector lo entendió tan bien, que estuvo a pique de soltar la risa. El padre Pareja, confesor ordinario del señor marqués, había muerto diez años antes.
Estuve enamorada de mi confesor cuando hice mi primera comunión...» ¡Yo charlaba y bebía...! A los postres, Chabornac se eclipsó, como quien no hace nada, dejándome con la pilluela.
Y en el crucero, en uno de los arcos de medio punto del mismo lado de la Epístola, se grabó esta inscripcion: «Acabóse esta capilla mayor con su crucero en 7 de setiembre de 1607 años, siendo obispo de Córdoba y confesor del rey nuestro señor Felipe III el Illmo. Sr. D. Fr.
Entonces la abnegada víctima, forzada por su confesor, les reveló el tremendo secreto: El mundo olvidará les dijo el nombre de la mujer que os dió la vida; pero habría sido implacable para con vosotros si vuestro padre hubiese subido los escalones del cadalso.
Palabra del Dia
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