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Actualizado: 22 de mayo de 2025
A pesar de comprenderlo así, tuve que mirarla a la cara y empaparme los ojos de que era mi madre, para no soltar una barbaridad. Todavía no se han atrevido a irse las dos dejándole solo; pero la que no sale se queda renegando.
Además, la misma señorita... quiero decir, la señora de usted, debe saber lo menos posible; podría cavilar... y las mujeres, sobre todo las casadas, las cazan al vuelo, y podría comprenderlo todo. «Mejor que tú, por lo que veo»; añadió para sí.
Para mejor comprenderlo Romadonga hizo presente que desde hacía mucho tiempo mantenía amistad cariñosa con la marquesa viuda de Zamara y con su hija Matilde, viuda también de un primo comandante de ingenieros. Pues bien, de esta viudita tan linda como ingeniosa tenía celos su querida, la Concha, la hija del sillero, que todos ellos conocían.
Era de observarse en aquel momento la cara de mi viejo camarada; la cómica solemnidad que se esforzaba por mantener le daba un aire mefistofélico. Mi tío lo miraba sin comprenderlo, pero era bastante suspicaz para explicarse que don Benito no estaba tan desolado como lo exigían las circunstancias. Yo estaba esperando la palabra burlona del viejo solterón y no se hizo esperar.
Con nada están satisfechas. Yo, os dicen ellas, si yo creyese, ya lo veríais... haría esto y lo otro... en fin, la perfección... Pues bien, yo soy lo mismo en materia de casamiento... Lo comprendo de tal manera, que creo que nadie es capaz de comprenderlo como yo... Esta es la razón por que no me caso. ¿Cómo lo comprendéis? Veamos dijo la joven en un tono de una ligera ironía.
Tardó en comprenderlo el guapo; pero recordando al fin, salió del atolladero lo mejor que pudo, aunque sin entregarse. Así se hallaban las cosas cuando un suceso inesperado y terrible vino á cambiar su faz por completo. Pontes, viendo cruzar desde la casilla un hombre que le pareció sospechoso aunque no llevase carga alguna, le ordenó detenerse.
Y, al comprenderlo así, ni se condena la enseñanza que pueden ofrecernos las literaturas extranjeras, ni tampoco la libre y espontánea apropiación de lo extraño.
Esos escrúpulos son dignos de tu caballerosidad, maestro queridísimo, pero son infundados... y si abrigas, como me parece comprenderlo, proyectos acerca, de la señorita de Sardonne, no tienes que temer, te lo repito, ninguna rivalidad por mi parte.
No podía comprenderlo. Todas las preocupaciones que me servían para olvidarme un poco de mis inquietudes amorosas fueron pronto desechadas al recibir una carta de Genoveva, la hija de Urbistondo. Genoveva me decía que Juan Machín, el poderoso minero de Lúzaro, galanteaba a Mary. Ella no le hacía por ahora el menor caso, pero él la perseguía y la asediaba cada vez con más ahinco.
Me acostumbré inmediatamente á su presencia; necesité verlo en mi casa; me pareció que mi vida tomaba junto á él una serenidad, una alegría profunda y discreta que nunca había sospechado. Tú no sabes lo que es eso, Miguel; no podrías comprenderlo por más que yo te lo explicase... Te juro que fué la mejor época de mi vida. No hay amor como ese.
Palabra del Dia
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