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Actualizado: 8 de mayo de 2025
Ya todo ha bajado al Prado dijo el Cojuelo , y no hay nada que ver en ella; tome vuesa merced su espejo; que otro día le enseñaremos en él el río de Manzanares , que se llama río porque se ríe de los que van a bañarse en él, no teniendo agua; que solamente tiene regada la arena, y pasa el verano de noche , como río navarrisco , siendo el más merendado y cenado de cuantos ríos hay en el mundo.
Aquél dijo el Cojuelo es pretendiente, y está demasiado de gordo y bien tratado para el oficio que ejercita.
Sin necesidad de levantar los tejados, como el Diablo Cojuelo, Apolonio adivinaba el drama oculto en cada casa, y con todos los pequeños dramas individuales formaba una gran tragedia, la tragedia de la calle, en que él era el héroe, la víctima, y Belarmino el traidor.
Los estranjeros, habiendo visto callar al Español, estaban muy falsos , cuando el Cojuelo, sentándose mejor y tomando la mano , y en traje castellano, que ya había dejado a la guardarropa del viento el turquesco, les dijo: Señores míos, mi camarada iba a responder, y a mí, por tener más edad, me toca el hacello; escúchenme atentamente, por caridad.
El Rey nuestro señor es el primero dijo el Cojuelo. ¡Qué hombre está! dijo la mulata . ¡Qué bizarros bigotes tiene, y cómo parece rey en la cara y en el arte! ¡Qué hermosa que está junto a él la Reina nuestra señora, y qué bien vestida y tocada! ¡Dios nos la guarde! Y aquel niño de oro que se sigue luego, ¿quién es?
El Cojuelo le dijo: Algo tiene de eso este fantástico aparato; pero ésta es, don Cleofás, en efeto, la pila de los dones, y aquí se bautizan los que vienen a la Corte sin él.
Véanse algunos ejemplos. Doña Antonia Mexía declaró, entre otras cosas, en un proceso que se le siguió por los años de 1633 : «Que habrá seis años que la dicha Beatriz dixo a ésta que tomase un pedernal y le pusiese la mano encima y dixese: Estos cinco dedos pongo en este muro; cinco demonios conjuro: a Barrabás, a Satanás, a Lucifer, a Bercebú, al Diablo Cojuelo, que es buen mensajero, que me traigan a fulano luego a mi querer y a mi mandar.»
Del Diablo Cojuelo, entremetido espíritu infernal que da nombre y ser a la novela, trató el señor Bonilla en una breve nota. Mucho más merecía el que «trujo al mundo la zarabanda, el déligo y la chacona», y yo he de volver hoy por su negra honrilla, recordando la mucha familiaridad que nosotros los españoles hemos tenido con él.
En un escrito, impreso á fines del siglo XVI, se le nombra ya entre los autores dramáticos . En los últimos años de su vida compuso diversas comedias con Calderón, Rojas y Antonio Coello. Entre las demás obras suyas, es famosa la novela que se titula El diablo cojuelo .
Palabra del Dia
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