Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 19 de junio de 2025
Pues bien; es preciso saber que la última casa de la aldea, cuyo tejado de caballete se halla atravesado por dos claraboyas de cristales y cuya planta baja se abre hacia una calle fangosa, pertenecía en 1813 a Juan Claudio Hullin, un antiguo voluntario del 92, a la sazón almadreñero en la aldea de Charmes y que gozaba de una gran consideración entre los serranos.
Riffi, el sastrecillo de Charmes, recordó las juiciosas palabras de su mujer Sapiencia: «¡Riffi, darás lugar a que te rompan un hueso, y te lo habrás merecido!» El pobre hombre hizo promesa de un ex voto magnífico a la capilla de San León si volvía de la guerra; pero al mismo tiempo se dispuso a utilizar cuanto pudiera el gran fusil de munición.
LA GENERALA. Una vieja pava blasonada, amiga de la condesa de los Charmes, a la que han nombrado presidenta, mientras que la condesa, que ha prestado su palacio, y yo, que he obtenido el apoyo del Gobierno militar, no somos mas que vicepresidentas... ¡Y pensar que sin mí no hubiéramos tenido un solo herido...! SITA. ¿De veras...?
Viendo lo cual, Marcos Divès quedose pensativo. «Si nos rodean pensaba no podremos procurarnos víveres, y será preciso rendirse o morir de hambre.» Veíase perfectamente al estado mayor enemigo parado, a caballo, alrededor de la fuente de la aldea de Charmes.
El batallón, reducido a la mitad, formó el cuadro detrás de la aldea de Charmes y subió lentamente por el valle del Sarre, deteniéndose de vez en cuando, como un jabalí herido que hace frente a la jauría, cuando los hombres de Piorette o los de Falsburgo le hostigaban mucho. Así terminó la gran batalla del Falkenstein, conocida en la sierra con el nombre de Batalla de las Peñas.
Mientras Hullin se enteraba del desastre de nuestros ejércitos y mientras se dirigía lentamente, cabizbajo y preocupado, hacia la aldea de Charmes, todo seguía su marcha acostumbrada en la granja de «El Encinar». Nadie pensaba ya en el extraño relato de Yégof, nadie se cuidaba de la guerra; el viejo Duchêne llevaba los bueyes al abrevadero; el pastor Robin removía la cama del ganado, y Anita y Juana desnataban las ollas de leche cuajada.
Palabra del Dia
Otros Mirando