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Actualizado: 14 de junio de 2025


Señores, ella dijo ... Respiré entonces como un malhechor que acaba de oír su absolución. Pero, lo más extraño fue esto. En cuanto esa palabra y cesó mi angustia, sentí un vivo pesar. «¡Ah! ¿por qué no había dicho más bien noDespués de la bendición vinieron las felicitaciones sin fin.

El sereno cantó las doce a lo lejos. Poco después cesó el ruido apagado y confuso de voces. El Magistral esperó. No volvió el rumor. «Ya no reñían». La claridad de la vidriera desapareció de repente. El Magistral siguió espiando el silencio. Nada; ni voces ni luz. El sereno volvió a cantar las doce... más lejos. De Pas respiró con fuerza y dijo entre dientes: ¡Ya estará durmiéndola!

No tenía ganas el joven de explicaciones ni disputas aquella hora, y como era un poco tarde se apresuró a irse a la clase. Mas no tuvo sosiego en ella, ni cesó de pensar en lo que su hermano diría y haría. Esta perplejidad le arrancaba suspiros. El miedo, el pícaro miedo era su principal enemigo.

Aquellos trozos de papel, ilegibles y estrujados con rabia, tenían una fuerza incontrastable: decían que Pepe vivía y se acordaba de ella. Tal era el estado de su ánimo cuando cesó de tener cartas.

El campo está sembrado de cadáveres mutilados por las granadas de la artillería. Tan pronto como cesó el fuego, avanzó la columna hasta el batey del ingenio "Hatillo", donde el general Mendieta ordenó hacer alto para tomar el desayuno, que buena falta nos hacía.

Entonces me defendí golpeándola el pecho, pegándola con la rodilla en el vientre, tratando de tirarla al suelo. Y así luchamos sordamente, sin un grito, respirando el odio y la muerte. Mis ojos se cegaron por una espesa niebla. La cogí por la garganta y apreté los dedos hasta hundírselos en la carne. De pronto aquella mujer cesó de luchar y cayó en la alfombra.

Nada se veía, ni el terreno ni el enemigo; únicamente distinguíamos desde nuestra posición los movimientos de la artillería española, que avanzaba por la carretera con bastante presteza. Entonces sentimos camino abajo, y como a distancia de tres cuartos de legua, un nuevo tiroteo que cesó al poco rato, reproduciéndose después a mayor distancia.

Lo cual oído por maese Pedro, cesó el tocar y dijo: -No mire vuesa merced en niñerías, señor don Quijote, ni quiera llevar las cosas tan por el cabo que no se le halle. ¿No se representan por ahí, casi de ordinario, mil comedias llenas de mil impropiedades y disparates, y, con todo eso, corren felicísimamente su carrera, y se escuchan no sólo con aplauso, sino con admiración y todo?

Esta costumbre permaneció algún tiempo después. Yo alcancé todavía en dos de los pueblos de mi cargo, lo que cesó a una leve insinuación mía; lo demás que practicaban era conforme a lo que expresaré adelante, cuando trate del culto divino presente.

»Cuando llegaba al límite de éste, casi yo no oía el piano, y únicamente llegaban a mis oídos las notas más agudas bastante amortiguadas por la distancia. Después, al regresar, entraba de nuevo en el círculo armonioso, del cual volvían a alejarme mis paseos en dirección opuesta. »A todo esto iba cerrando la noche. »Súbitamente cesó de oírse el piano.

Palabra del Dia

estaquis

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