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Actualizado: 16 de mayo de 2025
Bien pronto el canónigo ve aparecer, a lo lejos, sobre las colinas, las sombras grises de los campesinos que se dirigen al Mercado Grande, junto a San Pedro. Comienza extenso rumor, cantos de corral, golpes de martillos en las bigornias, crujir de cerrojos, voces indefinidas. El sol acaba de asomar sobre el perfil de un collado.
Se echaban todos los cerrojos, se recogían los gatos, los perros, los asnos, y mientras las mujeres encendían una vela a Santa Catalina y otra a Santa Quiteria, abogadas contra la rabia, los mozos salían al campo bravamente, armados de las herramientas filosas que iban hallando. Ramiro avanzaba con rapidez saltando las peñas y los hatos de podas antiguas.
Isidora y el escribano entraban en un vestíbulo nada espacioso; salía a recibirlos un empleado con gorra galoneada, traspasaban un cancel de cristales, y volviendo un poco a la derecha, encaraban con una puerta de pesados cerrojos, sobre la cual se leía en letras negras la palabra Rastrillo.
Bajaron cautelosamente la escalera, cuidando de no zapatear, previsión que el endiablado estrépito de la cencerrada hacía de todo punto ociosa. Tenía la puerta su tranca y los cerrojos corridos, medida de precaución adoptada por la cocinera del abogado así que oyó estruendo de motín.
702 Jamás mi lengua podrá espresar cuanto he sufrido; en ese encierro metido, llaves, paredes, cerrojos se graban tanto en los ojos que uno los ve hasta dormido. 703 El mate no se permite; no le permiten hablar; no le permiten cantar para aliviar su dolor, y hasta el terrible rigor de no dejarlo fumar.
Si a esa reja te asomaras y a Leonor vieras aquí, tuvieras piedad de mí y de mi amor no dudaras. Aquí te buscan mis ojos, a la luz de las estrellas, y oigo, a par de tus querellas, el rumor de los cerrojos. Y oigo en tu labio mi nombre con mil suspiros también. UNA VOZ, dentro. Hagan bien para hacer bien por el alma de este hombre.
Al fin, inflexible el alcalde de casa y corte á las súplicas y á las declamaciones, Montiño fué, ó mejor dicho, fué llevado por los alguaciles á la cárcel, donde le arrojaron en un calabozo en que había otros presos. Cuando Montiño oyó crujir las cadenas y rechinar los cerrojos de la puerta, se desmayó.
Apenas avanzaron algunos pasos por una larga galería, el empleado que vigilaba esta sección dio una voz, y un muchacho descalzo, con ligereza de diablillo, saltó de puerta en puerta, descorriendo con gran estrépito los cerrojos. En la entrada de cada celda apareció un niño, cuadrándose con militar rigidez. Se examinaban con miradas oblicuas unos a otros, apretando los labios para sofocar la risa.
Y allá de madrugada fue vencida del sueño, y se le armó en el cerebro un penoso tumulto de cerrojos que se descorrían, de puertas que se franqueaban, de tabiques transparentes y de hombres que se colaban en su casa filtrándose por las paredes. v A la mañana siguiente, Maxi estaba mejor, pero rendidísimo. Daba lástima verle.
Otras tenían los pisos en declive, y en todas ellas oíase hasta el respirar de los vecinos. En algunas se veían mezquinos arcos de fábrica para sostener el entramado de las escaleras, y abundaba tanto el yeso en la construcción como escaseaban el hierro y la madera. Eran comunes las puertas de cuarterones, los baldosines polvorosos, los cerrojos imposibles de manejar y las vidrieras emplomadas.
Palabra del Dia
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