United States or Latvia ? Vote for the TOP Country of the Week !


La encontré esta mañana por casualidad, exactamente como está, en un cajoncito secreto de un viejo escritorio que hay en la pieza de vestir de mi padre explicó. El que la debió colocar allí por precaución antes de partir para Escocia. La conservaba en mi mano completamente atónito, pero, no obstante, con el más profundo deleite.

Mientras hablaba, anduvo buscando algo en un cajoncito de la pequeña mesa-escritorio, y por fin sacó un objeto, añadiendo con profunda solemnidad: Usted conocía a Blair íntimamente, más íntimamente que yo, tal vez, en estos últimos años. Conocía a sus enemigos como también a sus amigos. Dígame, ¿ha tenido oportunidad de ver alguna vez el original de cada uno de estos hombres?

De vez en cuando se abría con estrépito un balcón, y se veía una mano blanca que arrojaba a la calle algo envuelto en un papel; el hombre de la campanilla se bajaba a cogerlo, arrancaba el papel, y eran también monedas que inmediatamente introducía en el cajoncito verde: cuando levantaba la vista al balcón, estaba ya cerrado. Lo adiviné todo.

Luego, dando rodeos para no encontrarse con nadie, se fue a su casa, impaciente por saborear a solas la realización de su esperanza. Encerrose en el despacho, abrió el cajoncito más recóndito de su mesa, y fue reuniendo y apuntando todo el dinero que tenía: sesenta y tantos duros en plata, unas cuantas monedas de oro y ocho mil pesetas en billetes.

El griego se esforzaba por ocultar su cólera, jugando y perdiendo como un simple «punto». Le era imposible gritar «¡bancohasta que empezase otra talla, quedando agotados los naipes del doble cajoncito. Pero continuaba en su puesto, con una arrogancia de domador, convencido de que al fin llegaría á sujetar á la burlona casualidad.