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Actualizado: 15 de octubre de 2025
Los cafres Makololos tampoco las tienen muy claras, ni los Papouas de la costa Maclay en Nueva Guinea, ni los Esquimales de la bahía de Baffin... Entablose una acalorada disputa filosófico-religiosa con los caracteres esenciales que ofrecen tales discusiones en los lugares cerrados dedicados a expender licores y refrescos.
Bueno que á las mujeres se las lleve con mano suave: está en el orden de Dios, y para eso somos cristianos y no cafres; pero eso de dejar las riendas sueltas ningún hombre debe hacerlo en su vida, porque hasta los animales corren peligro de desbocarse, cuanto que más la mujer...» Velázquez los oía y se callaba, no atreviéndose á contradecirlos y no osando tampoco confesarles el miserable estado á que su pasión le había conducido.
Es muy posible replicó el señor de Pavol, sorprendido de mi aplomo. Pues bien, elige tema. Decidme, tío, ¿no sois algo impío? ¡Eh! ¿qué diablo dices, sobrina? Os pregunto, tío, si no sois algo hereje y tarambana. ¿Te burlas de mi? exclamó mi tío. No os enojéis, mi tío; comienzo un estudio de costumbres más interesante que el de los cafres.
Los del bando espiritista no se quedaron callados, y a su vez sacaron un papel, rotulado «La Nueva Revelación», en el cual trataron a los de «La Era» poco menos que como a cafres o negritos del Congo.
Alejandro Dumas; óigalo ese famoso novelista, que ha hecho tanto daño á este mundo, como la peste que más daño haya hecho; óigalo esa celebridad que ha descompuesto tantos matrimonios; que ha torcido tantas ideas; que ha enloquecido tantos corazones; óigalo ese genio francés, cuyas novelas han dado veneno á tantas jóvenes incautas, engañadas y seducidas por sus encantadoras fantasmagorías, óigalo el eminente novelista Dumas; óigalo esta Francia que ha dado tanto oro, tanta fama, tanta honra, tanto aplauso, á los chismes y á las mentiras de ese novelista sin conciencia, de ese vendedor de falsas novedades: oiga la Francia, esta culta, esta rica, esta poderosísima Francia, lo que voy á decir: tres españoles, tres cafres de allende el Pirineo, caminan tristes, están afligidos, porque acaban de ver un espectáculo que desdora á esta gran nacion.
Palabra del Dia
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