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Actualizado: 7 de mayo de 2025


Sea lo que quiera, al venturoso hijo de D. Baldomero Santa Cruz y de doña Bárbara Arnaiz le llamaban Juanito, y Juanito le dicen y le dirán quizá hasta que las canas de él y la muerte de los que le conocieron niño vayan alterando poco a poco la campechana costumbre.

Otra cosa. ¿Por qué no se le ocurrió darle un escándalo, ir a la casa con el crío en brazos y presentarse a doña Bárbara y a D. Baldomero y contarles allí bien clarito la gracia que había hecho su hijo?... Pero no, esto no hubiera sido muy conforme con la dignidad. Más valía despreciarle, dejándole entregado a su conciencia, , a su conciencia, que buen jaleo le había de armar tarde o temprano.

También había entre estos dos respetables sujetos parentesco de afinidad, porque doña Bárbara, esposa de Santa Cruz, era prima del gordo, hija de Bonifacio Arnaiz, comerciante en pañolería de la China.

Los dos servios son jóvenes y parecen satisfechos de que las aventuras de su patria les hayan arrastrado hasta París, ciudad de ensueño que tantas veces ocupó su pensamiento en la bárbara monotonía de una guarnición del interior. Ambos «saben relatar», habilidad ordinaria en un país donde casi todos son poetas.

Y esta pesadumbre de la propiedad, desmesurada y bárbara, aun se hacía tolerable en ciertos lugares de Andalucía, por estar lejos los amos, por vivir en Madrid de las rentas que les enviaban aparceros y administradores, contentándose con el producto de unos bienes que no habían visto y que por su extensión rendían mucho de todas suertes.

Los crueles expedientes de que se valían los traficantes en carne humana para completar en las costas de África el cargamento de sus buques, y la manera bárbara como después eran tratados los infelices negros, no son asuntos para artículos del carácter ligero de mis TRADICIONES.

Yo procuraba no darle mucha cuerda a Bárbara, ni dejarme arrastrar por ella, y me decía: «Tengamos serenidad y no chocheemos hasta ver...». Pero pensando en ello, te lo digo ahora en confianza, salí a la calle, me reía solo, y sin saber lo que me hacía, me metí en el Bazar de la Unión y...».

Todos gustamos de volver la vista atrás, de tarde en tarde, y vivir un poco la vida de nuestros remotos abuelos. La brutalidad hace renacer en nuestro interior fuerzas misteriosas que no es conveniente dejar morir. ¿Que las corridas de toros son bárbaras? Conforme; pero no son la única fiesta bárbara del mundo.

Colombia tiene llanos, vida pastoril, vida bárbara, americana pura, y de ahí partió el gran Bolívar; de aquel barro hizo su glorioso edificio. ¿Cómo es, pues, que su biografía lo asemeja a cualquier general europeo de esclarecidas prendas?

El 17 salimos de esta jornada, caminamos 19 leguas hasta que paramos en un recodo, y en este espacio de navegacion observamos que nuestro rio diversas vueltas y revueltas al S, N y O. A las 6 leguas de camino entra un rio llamado Santa Rita, ó Mais Gordo, que debe su nacimiento á la Sierra del Alumbre, ó Santa Bárbara.

Palabra del Dia

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