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Actualizado: 10 de junio de 2025


Entonces el martirio debía duplicarse: aquella aparición deslumbrante de todas las noches, que pasaba indiferente por su lado y el de su hija, sin detenerse, que no rendía culto ni a la ley del esposo ni al cariño de la madre, que volvía llena y tibia aun con los vapores del mundo en que vivía, después de librar la batalla del lujo en la feria de las vanidades; aquella aparición enloquecedora desaparecía, y ante los ojos fatigados del anciano se alzaba el espectro aterrador de doña Medea, riendo con una carcajada satánica, estridente y vengativa, y lanzando una blasfemia terrible contra aquel desgraciado del destino, víctima inocente de la suerte, que temblaba de espanto y de impotencia ante el recuerdo del pasado y el cuadro del presente.

La guardia ratonil, inmóvil, silenciosa, preparada, mordiendo ya casi el cartucho, protegía el paso del rey Buby, formando desde el dormido D. Gaiferos hasta los dos agujeros de entrada y de salida el formidable triángulo romano de la batalla de Ecnoma... Era aquello imponente y aterrador... Una vieja feísima dormía en una silla, con la calceta á medio hacer caída sobre las faldas.

Nadie quería seguirle, cuando los navegantes contemplaron atemorizados el aspecto aterrador de la punta de América, la desolada Tierra del Fuego, y el fúnebre cabo Forward. Esa comarca, arrancada del Continente por violentas convulsiones, por la furiosa ebullición de mil volcanes, aseméjase á una tormenta de granito. Hinchada, resquebrajada por un enfriamiento repentino, su aspecto es horroroso.

Dulcísima rendiste la cabeza consumando espantoso sacrificio; a la gloria ascendiste con presteza para empuñar de la virtud la palma, dejándome en el alma mortal tortura, aterrador suplicio... Tus despojos después enriquecieron próvidas flores que en cercano día en ánforas tus manos dispusieron, las mismas que en tus últimos delirios impetrabas la amable compañía.

Tantas desdichas, parecerá mentira, no eran más que el preámbulo del infortunio grande, aterrador, en que el infeliz linaje de los Juárez y Zapatas había de caer, la boca del abismo en que sumergido le hallamos al referir su historia.

Palabra del Dia

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