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Actualizado: 4 de mayo de 2025
Juanito, con la atención de un muchacho, seguía las vertiginosas curvas de aquellas veloces rayas de fuego en el obscuro espacio. Cuando comenzaron a arder con gran estruendo los fuegos artificiales en un extremo de la feria, él no abandonó su asiento.
Ya veis ese navío español: aparejado y equipado como está, vale muy bien... treinta mil piastras... ¡yo pago cuarenta mil, muchachos, yo! lo compro sobre mi parte de la presa, a fin de tener el placer de ofrecer a la tripulación de El Gavilán un castillo de fuegos artificiales con acompañamiento de música. Ya se ha dado la señal. ¡Que cada uno ocupe el sitio que le agrade más!
Basta solo este breve relato para comprender el esplendor con que se celebró esta procesión en los últimos años del siglo XVIII, realzado con la presencia de la que suponemos sería rica custodia, acompañada por numerosa clerecía y particulares, con sus cantores y músicas; sus nubes de incienso, sus cohetes y ruedas de fuegos artificiales, sus danzas y gigantones, sus ricos simpecados; en suma, con el júbilo y regocijo que inundaba las almas de miles de espectadores que afluirían á las calles de la carrera.
El castillo podía confundirse de lejos con una ruina abandonada. Lewis, perdida la esperanza de poderlo terminar, declaraba de buena fe que así era mejor, pues le evitaba el trabajo de adornarlo con ruinas artificiales.
Lo pintoresco puede consistir en las formas naturales y el colorido de los objetos, así como en sus formas artificiales. Es á este segundo género de belleza graciosa que pertenece el primoroso paisaje de las orillas del Loira, que sería monótono y fastidioso, por su carencia de inflexiones vigorosas, si no tuviese el encanto de lo que la mano del hombre le ha procurado.
Esto se debe decir, porque no es cosa que se ve todos los días. Por la noche hubo discursos, y poetas que les dijeron versos de bodas a los novios, y lucecitas de color en el jardín, y fuegos artificiales para los criados del rey, y muchas guirnaldas y ramos de flores.
Cruzó el espacio un silbido rápido, estridente, un ruido semejante al desgarro de inmensa sábana, y en lo más alto del cielo, después de una detonación de lejano cañonazo, esparcióse un haz de puntos luminosos de diversos colores, que descendieron lentamente, dejando tras sí culebrillas de fuego. Eran los cohetes voladores que anunciaban el disparo de los fuegos artificiales.
Palabra del Dia
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