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Un viejo de nuestra banda me decía siempre acerca de esto: No temas, Rojillo me llaman Rojillo a causa de mi pico y de mis patas, del color de la serba, no temas, Rojillo. Yo te protegeré el día de la apertura de la caza, y estoy seguro de que no ha de ocurrirte nada desagradable.

No; lo pedí yo prestado, porque lo vi encima de una mesa. ¿Y cómo es que se titula? No se enterará usted, porque está en latín. Pero, , , ¿comprendes latín? Llegaré a tener intuición con él; por ahora, sólo me es saludable. El señor Colignon se retiró pensando: «No tiene remedio el pobre hombreLa apertura de la nueva zapatería causó inolvidable sensación y pasmo descomunal.

La apertura del istmo de Suez, necesariamente había de llevar grandes transformaciones al extremo Oriente, no solo en su vida moral y material, si que también en la política y gubernamental. Los seis meses de pesadas navegaciones por los derroteros del cabo de Buena Esperanza quedaron reducidos á los treinta días que hoy separan las costas Filipinas de las playas españolas.

Iba al Congreso en los días que precedieron a su solemne apertura, y en sus alfombrados salones y pasillos, y en cada uno de los infinitos grupos de diputados, periodistas, altos funcionarios y otras gentes de mucha nota, que se formaban aquí y allá, hablábase de todo menos de su llegada, de su caudal o de su importancia.

Pero esta vez tengo que hacer caso, porque la Condesa Husson misma, me pide que no demore más. Los Husson son buenos y antiguos amigos de mi familia. Se caza en su propiedad de Valremont; no tiene hijos y me considera como si yo lo fuera. Soy yo quien se ocupa allá de organizar la cacería. Estoy, pues, absolutamente forzado a abandonar a Etretat para preparar la apertura de la caza.

Mientras corría al Banco en que estaba depositado el dinero de la casa, el príncipe paseó por los alrededores del Casino, esperando con impaciencia la apertura de las salas. A primera hora era escaso el público y muy contadas las mesas que funcionaban.

Sin duda había pasado gran parte de la noche haciendo números, para correr al Casino á la hora de su apertura, con los ojos cargados de sueño, sin fijarse en el adorno de su persona, como si le faltase el tiempo para poner en práctica alguna portentosa combinación acabada de inventar. Siempre que la encontraba, el príncipe, con una astucia pueril, aludía á la suerte de su hijo.

Ninguno de los tres teatros sintió como el viejo Principal la apertura del de San Fernando, rival desde aquel día, y rival terrible, del coliseo que la famosa Sciomeri había inaugurado á fines del siglo XVIII, y por el que habían pasado tantas alternativas prósperas y adversas.