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Actualizado: 7 de mayo de 2025
Godfrey no permanecía insensible a los esfuerzos de aquel cariño, y no era injusto respecto a los motivos de la obstinación de Nancy. Era imposible que hubiera vivido con ella quince años, sin saber que los rasgos principales del carácter de su mujer eran un apego desinteresado a lo que es justo y una sinceridad pura como el rocío formado sobre las flores.
En cuantas ciudades estuvo, el trabajo consumió sus días, sus noches el café y sus ocios la lectura de periódicos, a que era muy aficionado, prefiriendo los progresistas: a la casa, quizá por no considerarla nunca segura, la tuvo siempre poco o ningún apego.
Porque si yo tomara apego a aquella tierra, ¿qué mejor dueño para la casona, ni más pomposo señor para el valle entero, cuando don Celso faltara? ¡Ah, cuánto se alegraría él de que yo fuera animándome!
Me mataré sin hacerme daño. El testamento demostrará que no tengo apego al dinero; el puñal, que tampoco se lo tengo a la vida, pero no me mataré hasta el momento en que vaya a abrir la puerta. Le Tas encontró la invención excelente, aunque no fuese precisamente nueva.
Es en esas dos secciones donde los pueblos han mostrado siempre mayor apego y mas tenacidad en la defensa y conservacion de sus fueros ó libertades municipales, de lo cual, en lejanos tiempos, dieron tan nobles ejemplos los Aragoneses, la fraccion mas liberal y de mas fuerte personalidad entre las que componen el segundo grupo.
Nucha le ofrecía de vez en cuando golosinas y calderilla, y el rapaz, como suele suceder a las fieras domesticadas, contrajo excesiva familiaridad y apego, y costaba trabajo echarle de allí, encontrándosele por todas partes, donde menos se pensaba, a manera de gatito pequeño viciado en el mimo y la compañía. Muchísimo le llamó la atención la chiquitina al pronto.
Además, era demasiado inteligente para seguir los vicios ordinarios chinos de robar, o de mentir mecánicamente. Sea cual fuere la doctrina que practicase, no tenía otro guía que su razón. Opino que no le faltaba sensibilidad, aunque era casi imposible alcanzar de él expresión alguna que la diera a conocer, y debo confesar en conciencia, que tenía apego a los que eran buenos para con él.
El gran patricio no tenía gran apego, como sabemos, a las religiones positivas; pero «mientras la sociedad no dispusiera de otros medios coercitivos para ciertas transgresiones de la moral, forzoso era acudir en demanda de ellos a las antiguas instituciones sociales, siquiera fuesen tan viciadas y deficientes como éstas». Volvamos ahora a Gonzalo.
Para contestar a su exigente «señora,» tenía que practicar todos los oficios: encolador de muñecas rotas, remendón de juguetes destrozados en momentos de cólera; unas veces hacía de cochero, otras de caballo, de payaso, de oso, de mago, etcétera. La diversidad de sus profesiones encantaba a la chicuela. El apego que los niños demostraban hacia su amigo, hizo más necesarias sus visitas a la casa.
Con la lucidez de una vidente, vi desarrollarse, sin velo, ante mis ojos, lo que me quedaba de existencia. En lo sucesivo iba a pasar por esta tierra como una muerta, como una muerta iba a tomarle apego a la vida, y como una muerta iba a ver acercarse a mí la felicidad que, sin embargo, había perdido para siempre. Roberto se adelantó y me besó; le dejé hacer tranquilamente, estaba insensible.
Palabra del Dia
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