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Le seguí y anduvimos cosa de doscientas varas por un estrecho corredor, hasta llegar a maciza puerta de roble, que Sarto abrió. Salimos y nos hallamos en una solitaria calle a la que daban los jardines de la parte de atrás del palacio. Allí nos esperaba un hombre con dos caballos; uno alazán, magnífico, de gran alzada y el otro bayo, no menos fuerte y brioso.

Durante media hora larga anduvimos escudriñando en vano, hasta que comprendimos, alarmados, que, como no habíamos medido con exactitud los pasos señalados desde el Puente del Diablo, no estábamos en el punto preciso.

Las que usted quiera. Aquí en la calle estamos mal. ¿Tiene usted inconveniente en que entremos en cualquier establecimiento? Muy cerca hay uno. Vamos allá. La idea de entrar en un café le había serenado por completo, como es natural. Anduvimos algunos pasos por la calle arriba otra vez y penetramos en la taberna donde me habían convidado no hacía muchos días.

No tengo palacio ni casa propia por aquí, pero mi amado hermano Miguel me presta una de las suyas y en ella procuraremos tratarlo a usted lo mejor posible. Y tomando mi brazo, indico a los otros que nos siguiesen y nos pusimos en camino. Anduvimos por el bosque cosa de media hora y el Rey fumó cigarrillos y charló incesantemente.

Se egecutó en la latitud S de 34 grados 16 minutos. A las tres seguimos lo mismo, hasta las cinco y media que paramos en dos lagunitas accidentales: anduvimos 14 leguas por el rumbo del O cuarto NO: en este terreno vimos el pasto regular. Dia 28. A las doce y media de la noche seguimos la marcha hasta las seis de la tarde que hicimos alto en la cañada de unos arbolitos que llaman chañares.

Observamos en la latitud S de 35 grados: anduvimos 4 leguas como se dijo, cuyo trecho se compone de buenos pastos, llamados cebadilla, alfilerillo y trebol. En este puesto hallamos acampado al Capitan D. José Bagué, quien siguió con nosotros. Dia 8.

CAP. IX. Como partimos de Baìa de Caballos. Aquella Baìa de donde partimos, ha por nombre la Baìa de Caballos, i anduvimos fiete dias por aquellos Ancones, entrados en el Agua hafta la cinta, fin feñal de vèr ninguna cofa de Cofta; i al cabo de ellos llegamos

Anduvimos 100 leguas sin encontrar pueblo alguno de indios: y finalmente, llegamos á los indios Guajarapos, que se mantienen de pesca y caza, y habitan en una larga provincia de 100 leguas; tienen tan gran número de canoas, que no se puede decir.

Recibióme con mucho amor y honra Rosel: solicitó que me recibiesen en la nave, rogando á los marineros que me tratasen como á su recomendado: lo cual hicieron fielmente. Once dias mas nos detuvimos en San Vicente, en los cuales nos proveimos de todo lo necesario para la navegacion. Hay desde la Asumpcion á San Vicente en Brasil, 376 leguas, que anduvimos en seis meses.

El día que se hubo de representar esta comedia, y siempre que se hacía, quitábase el autor en el vestuario un vestido, y prestábasele á Solano, encargándole mucho que no le pegase ningún piojo. «Anduvimos en esta alegre vida poco más de cuatro semanas, comiendo poco, caminando mucho con el hato de la farsa al hombro, sin haber conocido cama en todo aqueste siglo.