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Actualizado: 2 de julio de 2025
Desde una hora antes, la calle de Alcalá era a modo de un río de carruajes entre dos orillas de apretados peatones que marchaban hacia el exterior de la ciudad. Todos los vehículos, antiguos y modernos, figuraban en esa emigración pasajera, revuelta y ruidosa: desde la antigua diligencia, salida a luz como un anacronismo, hasta el automóvil.
En ninguna parte se encuentran más adelantadas las catedrales medievales. La catedral de Santiago podía estar perfectamente en Francia, en Inglaterra o en Alemania, al lado de las fábricas y de los laboratorios. Ante la catedral de Santiago no se experimenta ninguna impresión de anacronismo.
Llegará á la capilla y maldecirá instintivamente la mano del que se atrevió á destrozar asi la unidad del templo. ¿Cómo podrá dejar de ver en ella un espantoso anacronismo, una planta exótica, un delirio artístico? ¡Que los que hayan tenido la suerte de visitar esta mezquita recuerden la primera impresion que recibieron! ¿Quién despues de haber visto las naves árabes, el mimbar, el santuario del Coran, ha podido fijar jamás los ojos en las innumerables bellezas que cuenta la capilla?
A Bermúdez le parece un absurdo; Ronzal dice que es «un anacronismo»; pero a pesar de estas y otras murmuraciones, conserva en el medallón a Balmes y no da explicaciones el jefe del partido conservador de Vetusta. A la Marquesa le parece esta una de las tonterías menos cargantes de su marido.
Tales prejuicios de casta, o de pandilla, como diría Francisca, son tan extraordinarios que me producen el efecto de un gran anacronismo. ¡Bah! dije a la abuela, que estaba un poco sublevada con lo que acababa de oír; supongamos que vivimos en el siglo XVIII en lugar de encontrarnos en el XX, y todo será natural...
Todo esto había pasado con la celeridad del relámpago. El heroico desprendimiento con que los toreros se auxilian y defienden unos a otros, es lo único verdaderamente bello y noble en estas fiestas crueles, inhumanas, inmorales, que son un anacronismo en el siglo que se precia de ilustrado.
La Magdalena es un magnífico anacronismo, un palacio asombroso y una mala basílica; un gran alcázar y una mala iglesia; un gran templo gentil y un mal templo cristiano.
Bonis no volvía de su asombro al notar, muy a su placer, que Emma no hablaba ya de la tiple ni de las botas, verdadero anacronismo, como él decía muy bien, ni de cosa alguna que remotamente pudiera referirse a lo que él llamaba «lo de los polvos de arroz».
Es verdad... es un... anacronismo. Además, el helado por la mañana hace daño. Tráeme un vaso de agua... y échale un poco de zarzaparrilla. Debe advertirse que Bonifacio y el mozo, al hablar de botillería, estaban pensando en el helado de fresa que allí, en el café de la Oliva, se hacía mejor que en el cielo, en opinión de todo el pueblo.
No, no parece de nuestra época aquella catedral soberbia; es en nuestra época un fenómeno, un verdadero anacronismo.
Palabra del Dia
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