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Actualizado: 3 de junio de 2025
Esto me decían en Marianas; en cambio en Manila se cree todo lo contrario, no solamente respecto á la adquisición de esos bonitos ejemplares de la conchología, llamados en el lenguaje vulgar por su color rosado, auroras sino que también refiriéndose á un sinnúmero de costumbres, cosas y objetos que luego resultan completamente inexactas. Reducción de vecindario en las Marianas. Islas habitadas.
Desde que estoy encantada con la adquisición, esto no constituye más que un detalle, pero que no me disgustaría saber... Decid, señor cura, si lo sabéis, decidme el precio. Un precio enorme respondió el cura, pues se agitaban muchas esperanzas y ambiciones en torno de Longueval. ¡Un precio enorme! me asustáis... ¿Cuánto, exactamente? ¡Tres millones!
Con la muerte de por medio, la una en la vida visible y la otra en la invisible, bien podría ser que las dos mujeres se miraran de orilla a orilla, con intención y deseos de darse un abrazo. Las tres señoras dijeron a un tiempo: «¿y qué hacemos ahora?». Entablose discusión breve sobre el punto a que llevarían aquella adquisición preciosa.
Ella, con esa alegría infantil de quien ostenta una adquisición nueva, le dijo: Mire Vd. mi compra. En todo Madrid no hay otro igual. Y barato. Cinco mil reales. Pepe, al examinar el espejo, hizo un gesto involuntario. ¡Qué! ¿Es feo? Luis XV, barroco puro... ¿O le parece a Vd. caro? No; es precioso. Entonces... ¡Vamos, hombre, hable Vd.! ¿Vale menos de lo que me ha costado?
Esta adquisicion la hacemos sin advertirla desde niños, y así creemos que basta abrir los ojos para juzgar de los objetos tales como son en sí. Una experiencia muy sencilla y frecuente nos convencerá de lo contrario.
Jugó el telégrafo; supo el Gobierno que acababa de hacer la adquisición de «uno de los personajes más importantes del país»; dijéronlo así al punto los periódicos oficiosos de la corte; súpolo toda España; desapareció la candidatura del pobre aventurero, a quien se dió en pago una credencial de primera, que es cuanto él ambicionaba, y se le dijo a don Simón: Puede usted ir a descansar tranquilo.
¡Oh, gran adquisición! dijo un socio ; si doña Ana viene, será un gran ejemplo, porque ella, hace tanto tiempo retirada... ¡oh! será un gran ejemplo. Efectivamente. Que se corra que viene la Regenta y se llenará esto con lo mejorcito. Señor Quintanar dijo el ex-alcalde se le declara a usted benemérito del Casino... si consigue traer a su señora la Regenta.
Sin hábitos de trabajo, sin capacidad de adquisición, sin habilidad comercial, sin cultura universitaria ni de otro género alguno, ¿qué será de éstos viejecitos? Felizmente para ellos, pocos llegarán a octogenarios. ¡Qué diferencia con la generación anterior, la de sus padres! Estos sabían, y saben trabajar, estudiaban, se afanaban por ser algo en el mundo.
Aquella es su casa añadió señalando una especie de cubo amarillento en mitad de la montaña, al borde de un camino que cortaba la ladera roja y negra. La princesa, después de adquirir el promontorio para su castillo medioeval, había considerado como asunto insignificante la adquisición de este pequeño extremo de su propiedad. «Deles usted lo que pidan», dijo á su hombre de negocios.
Palabra del Dia
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