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Esta provincia tenia, lo mismo que la de Chiquitos, un superior subordinado al colegio de Cochabamba ó de Charcas, y cada una de sus misiones, dos religiosos, encargado el uno del gobierno espiritual, y el otro de la administracion y de los talleres.

Para que se comprendan perfectamente las tribulaciones de la vida de un empleado del Gobierno, es preciso considerarlo en los primeros tiempos de la Administración de un Presidente que pertenece á un partido político distinto del suyo.

Se detuvo un momento, y después prosiguió: Regresamos juntos a Val-Clavin y, durante el camino, pude convencerme de que la señora Liénard no me había exagerado las brillantes cualidades de Simón. Es un muchacho de espíritu recto y de corazón noble. Aunque adversario de la Administración forestal, espero que seremos buenos amigos... Estoy contentísimo de haberle conocido.

Desde que salieron del lugar dejaron encomendada a Paco la administración de los bienes que en él tenían, con la seguridad de que nadie había de administrarlos mejor. Paco, en efecto, respondió a aquella confianza.

Aquel tejemaneje industrial y administrativo en que por fas o por nefas siempre figuraban Körner y Nepomuceno manejándolo todo, les había costado no pocas reyertas, y no pocas componendas... y no pocos cuartos, por la necesidad de vencer escrúpulos de la ley y de la Administración pública, representada por el personal respectivo; pero hoy una comilona, mañana otra, regalitos, palmadas en el hombro, recomendaciones y otros expedientes, habían ido allanándolo todo.

Para el pequeño movimiento de caudales que originan las islas, creemos se podrían borrar del presupuesto de gastos los sueldos de administrador é interventor de Hacienda, intervención ó administración que dada su poca entidad podían estar asumidas en una dependencia del Gobierno, el que, por estar ocupado por un Coronel, cuando por su importancia debía ser lo más de Capitán, origina los consiguientes gastos de Ayudante mayor, y cuantas cargas traen en pos de Gobiernos que se conceptúan de primera clase.

Clarence King tiene razón; que los españoles no sabemos gobernarnos; que nuestra administración es absurda y corrompida.

El elogio que hacían de él era siempre el mismo: «No tiene nada suyoAdemás, le querían, por verle siempre en guerra con los señores de la administración, en defensa de la gente de los talleres. En las oficinas trabajaban muchos amigos de Goicochea, que se aprovechaba, para colocarlos, de su intimidad con el principal.

Se le ofreció un destino en un pueblo de la provincia, a tres leguas de la capital, un destino humilde, pero mejor que la administración del periódico mejicano. Bonifacio aceptó, se volvió a su tierra; quiso saber a quién debía tal favor y se le condujo a presencia de un primo de Emma, rival algún día de Reyes. A la semana siguiente Emma y Bonifacio se vieron, y a los tres meses se casaron.

La explotaba por mismo con ayuda de su esposa, quien según de Bray afirmaba poseía todo el espíritu de los números y de administración que a él le faltaba.