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Una educación continua puede desbaratar esas toscas naturalezas, y cuando al afecto de la madre sucede la solicitud de un compañero que consigue que haga algún trabajo grosero el pobre inocente, éste se desarrolla poco á poco y acaba por llevar en la cara algo como reflejo de inteligencia.

Venus le da diversos consejos, con los cuales espera que consiga la realización de sus deseos, y el más importante de todos que llame en su auxilio á una alcahueta. Pamphilo queda solo, y expresa sus temores en un monólogo: ve pasar entonces á su amada Galatea, y se decide á hablarla. Así acaba el primer acto. Acto segundo.

Nada prueba mas nuestro menguado interes en el adelanto de la patria, nada nuestra escasez é ignorancia vergonzosa, y nada en fin nuestra indolencia hácia nuestro verdadero interes y subsistencia, que la apatia que acaba de referirse.

Nuestras cabezas, casi unidas, parecían beber la música del mago, y con la música las palabras: palabras de poeta, de uno de los más grandes poetas de amor que han existido, grandiosas y fuertes, dignas de héroes. La walkyria, convertida en mujer, estremecida aún por la sorpresa de la iniciación carnal, se despide de Sigfrido, el héroe virgen que acaba igualmente de conocer el amor.

Adelante, Sancho: y, en tanto que estaba en su menester, ¿qué coloquios pasó contigo? ¿Qué te preguntó de ? Y , ¿qué le respondiste? Acaba, cuéntamelo todo; no se te quede en el tintero una mínima.

D. TELL. ¿Qué quieres? SANCHO. Gran señor, pasan Los años con tanta furia, Que parece que con cartas Van por la posta a la muerte, Y que una breve posada Tiene la vida a la noche, Y la muerte a la mañana. Vivo solo; fué mi padre Hombre de bien, que pasaba Sin servir; acaba en La sucesión de mi casa.

No he dicho palmetas, he dicho Pan-dec-tas replica Suárez sonriendo con mucha más lástima. Don Jerónimo enrojece por el paso en falso que acaba de dar.

Aquel día, el viento jugaba con los pelos blancos de su barba, metiéndoselos por la nariz y pegándoselos al rostro, húmedo por el lagrimeo que el intenso frío producía en sus muertos ojos. Eran las nueve, y aún no se había estrenado el hombre. Todo se acaba, Señor, hasta el fruto de la festividá, o, como quien dice, la probeza honrada.

El mismo sentimiento que poco ántes impulsara á una accion heróica, acaba de causar un asesinato. El honor, la vergüenza de pasar por cobarde, habian sostenido al valiente, hasta el punto de hacerle despreciar su vida; el honor, la vergüenza de pasar por cobarde, han teñido sus manos con la sangre de un amigo imprudente.

Una tras otra iban desembarcando las tripulaciones al terminar su viaje redondo. Las calles quedaban limpias de grupos. Todas las mujeres permanecían ocultas en sus casas ó se mostraban luego en las puertas, sonriendo, algo flácidas, con la delgadez placentera del que acaba de salir de un baño caliente.