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Otro drama histórico, La conjuración de Venecia, del mismo poeta, se puso en escena en Madrid en el año de 1834, la misma semana en que promulgaba como Ministro el célebre Estatuto Real.

Desde entonces volvieron los frailes á habitar el Convento Viejo, ó sea el Noviciado. En 1820 fueron expulsados por la revolución, y vendióse el Monasterio á un Sr. Tarríus, que lo poseyó hasta 1823. En 1823 se anuló la venta por la reacción. En 1834 la expulsión volvió á tener efecto, y la compra del Sr. Tarríus fué revalidada por el Gobierno. Hace algunos años el Sr.

»Pero el cólera morbo, que ya en 1834 atacó a mi madre y la dejó enfermiza para toda su vida, volvió a herir a mi familia en 1860, arrebatándonos a mi hermano Julio, letrado notabilísimo, y atacándome también a , que, habiendo quedado sumamente débil, tuve que trasladarme a la provincia de Alicante, donde tenían mis padres unas tierras. Al poco tiempo murieron también mis padres.

Sólo después que en Francia alcanzó la victoria la nueva escuela, hasta el punto de que dramas, llamados románticos, penetraron en el santuario del Theâtre française, hubo también en España algún movimiento más libre en esta dirección. En el año de 1834 terminó el predominio del clasicismo, y los teatros de Madrid se abrieron á dramas de formas menos estrechas.

Sir H. Jones Brydges, Mission to the court of Persia. London, 1834, vol. I, págs. 124 y siguientes. Palabra de origen griego, que significa acción de cantar solo, aria. Aristót., de Poét., cap. 4.º, 6. Dióg., Laert. Plat., lib. Distintas denominaciones de los actores, según representaban papeles de dioses, héroes ó sátiros, y más tarde de personajes privados.

Aquella clase, frailunamente educada, no supo echar de ciertas asperezas, por lo que sólo prevalecieron en la vida pública los pocos que supieron ponerse el frac. Despidieron a Genara aquel día, 16 de Julio de 1834, y se retiraron todos, los unos a su oficina, pues casi todos eran empleados, los otros a dormir la siesta.

Una prueba más de que no son los españoles peninsulares tan culpables de este absolutismo de los diez años, sino de que nos le impusieron las más poderosas naciones de Europa, es que desde que en 1834 hubo en España un gobierno liberal, los gobiernos de esas naciones se negaron á reconocerle, le volvieron la espalda y favorecieron al pretendiente, rey de los fanáticos y serviles.

Sobre todos mis sentimientos domina uno, el que dirigió siempre mis acciones durante aquel azaroso periodo comprendido entre 1805 y 1834. Cercano al sepulcro, y considerándome el más inútil de los hombres, ¡aún haces brotar lágrimas de mis ojos, amor santo de la patria!

D. Agustín Durán en su introducción á la Talía Española: Madrid, 1834. D. Nicolás Antonio. Montalbán: Para todos; Hijos ilustres de Madrid. Así lo dice el mismo en Los Cigarrales de Toledo: Madrid, 1621. Aquéllos en el tomo segundo de las comedias, éstos en Deleitar aprovechando: Madrid, 1635.

Tal era la influencia que Rosas ejercía en 1834. El Gobierno de Buenos Aires se sentía cada vez más circunscrito en su acción, más embarazado en su marcha, más dependiente del Héroe del Desierto.