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La corona de Portugal dividió el país en capitanías que concedió a portugueses nobles, los cuales debían poblarlas y colonizarlas, y a quienes en adición a las tierras, se les dió un número de esclavos indios. Con el gobernador de Souza vinieron los primeros jesuítas, y éstos obtuvieron éxito, logrando la completa sumisión de los aborígenes.

La población indígena de Mindanao puede dividirse en los grupos siguientes: Los aborígenes ó primitivos habitantes de la isla llamados aetas, negritos ó mamanuas, sumamente refractarios á la civilización, habitan en el interior de los montes haciendo una vida errante y retraída de todo trato social con los pueblos vecinos.

Cuando Colón, en su cuarto y último viaje, hubo descubierto el cabo de Gracias a Dios en 1502, costeó Colombia por una distancia considerable, pero no se esforzó en colonizar el terreno ni en vencer a los aborígenes. A Alonso de Ojeda se le otorgó el territorio al este del río de Darien, a que se dió el nombre de provincia de Uraba.

Habiendo alcanzado esto, estableció relaciones amistosas con los aborígenes quienes eran muy civilizados, semejantes a los incas del Perú. En la ciudad actual de Bogotá fundó su capital, en el mismo sitio de los chibchas, y exploró el territorio en todas direcciones. Un gobernador general fué nombrado por España, y se cambió el nombre de la colonia a provincia de Nueva Granada.

El P. Jesuita Jaime Planas los llama «negros aborígenes de Mindanao», opinión idéntica á la del jesuita P. J. B. Heras confirmada por el etnógrafo francés Mr. Montano. La etimología viene á corroborar esta opinión, demostrando que el nombre de dichos negritos se deriva de Banua tierra, país; mamanua «habitantes del país», con una trasformación fonética de b en m.

De la mezcla de los moros con los aborígenes, y de éstos con los indios Tagalos y Visayas y aún algunos elementos chinos, se han formado una infinidad de tribus de muy distintas condiciones, usos y costumbres, que se clasifican en la siguiente forma: Manguangas.

No existiendo aquellos, se puede venir á deducciones más ó menos acabadas, analizando la tradición y la leyenda, únicas claves para el estudio analítico de todo pueblo que lo cubren las sombras del ayer, cada vez más compactas al no legarle al hoy más que las supersticiones que han venido perpetuándose en la mente de padres á hijos, y que al llegar á nosotros remotamente nos aproximan á darnos una idea de lo que fueron las antiguas razas aborígenes de las actuales.

Ningun punto me ofrecia á este respecto tantas garantías como las antiguas misiones de los Jesuitas, comprendidas en las provincias de Chiquitos y de Moxos, en donde una poblacion puramente americana se halla sometida á la república; he querido por lo tanto hacer de estas dos provincias el centro de mis observaciones especiales sobre los movimientos de la poblacion, así como sobre todo lo concerniente á la estadística de los aborígenes.

Los aborígenes han tenido muy poca influencia en los pobladores o colonos europeos, y se encuentran solamente en las inmensas regiones del interior, donde todavía algunos viven como en los tiempos primitivos. Todos juntos, estos indios no pasan probablemente de 500,000.

Los aborígenes del Nuevo Mundo desprecian al arroyo porque ven correr con su terrible majestad los grandes ríos como el Madeira, el Tapajoz y el Amazonas; pero esas enormes masas de agua no las comprenden ni siquiera lo necesario para apreciar su potencia, y al contemplarlas se quedan como estúpidos.