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El espectro de un rey que en medio de la exageracion de sus sentimientos llegó á confundir la crueldad con la justicia, las sombras de víctimas sacrificadas de una manera aterradora flotan aun á nuestros ojos en lo alto de las bóvedas; y no parece sino que lo vemos todo al través de un velo fúnebre.

Las sombras de sus víctimas le siguen sin cesar y le precipitan á los mas violentos arrebatos de demencia. ¡Sangre! ¡sangre! grita á cada momento: sacadme de ese mar de sangre, esclama. Toda mi generacion está manchada con la que yo he vertido. Huid, huid de ; dejadme solo con mis espectros y mi sangre hasta que esta sangre me ahogue.

Ahí estaba, en la actitud de fiera que reposa, bien nutrida de vidas y de honras; los lamentos de las víctimas no se oían, pero quizá, aplicando el oído, se escuchara la voz doliente de los desgraciados, que la loca ambición sacrificara.

Ellos eran los que habían rodado, como astutos constructores, las piedras amontonadas en el suelo, formando baluartes, á cuyo abrigo se disimulaban para caer sobre sus víctimas.

De esta pasta están amasados los soldados argentinos, y es fácil imaginarse los hábitos que de este género pueden dar en valor y sufrimiento para la guerra; añádase que desde la infancia están habituados a matar las reses, y que este acto de crueldad necesaria los familiariza con el derramamiento de sangre, y endurece su corazón contra los gemidos de las víctimas.

Aquí no se ha cambiado de cadáver desde hace muchísimos años, y el duelo está perdiendo prestigio. Vean ustedes las estadísticas de accidentes del trabajo y observarán que la industria corchotaponera produce más víctimas que el duelo. ¿Qué se discute en España entre los partidarios del desafío y sus antipartidarios?

Pimentó, que en su calidad de valentón se interesaba por las desdichas de sus convecinos y era el caballero andante de la huerta, prometía entre dientes algo así como pegarle una paliza y refrescarlo después en una acequia; pero las mismas víctimas del avaro le disuadían hablando de la importancia de don Salvador, hombre que se pasaba las mañanas en los Juzgados y tenía amigos de muchas campanillas.

La compasion por el castigado inspira el perdon de todo criminal; la indignacion inspirada por las víctimas del crímen, induce á la aplicacion del castigo: ambos sentimientos encierran algo bueno: mas el uno podria engendrar la impunidad, el otro la crueldad; para temperarlos existen las ideas de justicia.

Además prosiguió éste, hay los huelguistas hombres, de los que no tenemos para qué ocuparnos, pues los motivos que les impiden casarse son de interés o de egoísmo, lo que es poco caballeresco... Entre los huelguistas mujeres y los huelguistas hombres hay, como siempre, víctimas de la misma huelga, que son algunas buenas y puras jóvenes que no encuentran con quién casarse por falta de un poco de dinero.

Pero es el caso que tengo un amigo que es de esos hombres que se dejan impresionar fácilmente por la última persona que oyen, de esos caracteres débiles, flojos, apáticos, irresolutos, de reata, en fin, que componen el mayor número en este mundo, que nacieron, por consiguiente, para obedecer, callar y ser constantemente víctimas, y cuya debilidad es la más firme columna de los fuertes.