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En un principio se llamó Ibanag á los que habitaban en las orillas del mencionado rio desde Aparry, que sea población más vecina al mar, hasta la comarca llamada el Difun, y más propiamente desde Aparri hasta Takalawa, que es un barrio de Lalo, hacia Gataran.

Todas las mañanas iba a Madrid a la busca; al volver a su chamizo de las Carolinas, se pasaba las horas escogiendo su carga y la de la vecina, y después armaba fiesta en la taberna hasta la madrugada, y cuando estaba en su punto se ponía en cueros, sin miedo al frío, para que chillasen escandalizadas las mozas del barrio y rieran los camaradas. Nunca había estado enfermo. Yo no duermo.

Tembló el aire y el delantero cerró los ojos, mientras Celedonio hacía alarde de su imperturbable serenidad oyendo, como si estuviera a dos leguas, las campanadas graves, poderosas, que el viento arrebataba de la torre para llevar sus vibraciones por encima de Vetusta a la sierra vecina y a los extensos campos, que brillaban a lo lejos, verdes todos, con cien matices. Empezaba el Otoño.

Al bajar la escalera oyó que una vecina decía a otra: El señor Ángel ha echado de su casa al tío... ¡Ya era tiempo! De tal modo inopinado se cortó el curso de aquellas sabrosas relaciones. D. Laureano no cejó por esto. Procuró ponerse inmediatamente en correspondencia con su amante. Hubo cartas y recaditos y entrevistas.

Creí deber expresar sin retardo á mi vecina, el pesar que sentía en haber evocado torpemente recuerdos que parecían agitar de una manera penosa el ánimo de su abuelo. Soy yo quien debe excusarse, señor respondió, por no haberle prevenido que jamás debe hablarse de los ingleses delante de mi padre... ¿Conocéis la Bretaña, señor?

Valiera más, Nardo, que en lugar de fijarnos en ejemplos como el de ese buen señor para echar de casa á nuestros hijos, volviéramos los ojos á otros más desgraciados. ¡Cuántas lágrimas se ahorrarían así!... Sin ir más lejos, ahí está nuestra vecina que no halla consuelo hace un mes, llorando al hijo de su alma que se le murió en un hospital al poco tiempo de llegar á la Habana.

Desde lo alto de una baja colina, al pasar por el pueblo de Bidarte, se alcanza á ver en la vecina costa la linda y elegante poblacion de Biarrítz enteramente nueva, y puesta de moda por la corte imperial de Francia con motivo de los baños de mar.

Velázquez mintió; dijo que había recorrido antes otros dos, y que en ellos había bailado; pero aunque tenía por cierto que la vecina se lo diría, no tuvo valor para confesar que había estado antes en su casa, esperando que de aquella conferencia saldría algo que evitase tal humillación.

Siendo viejo y casado, cuando apenas me queda otro resto de vida que la esencia divina de la voluntad, amando como amo á mi mujer, casi me siento apasionado de nuestra vecina, menos por su belleza que por su infortunio. Á medida que vivo y que observo, me voy convenciendo de que la poesía más irresistible es la del dolor. Paso á la tercera curiosidad.

Pablo estaba tan entusiasmado, que su madre lo detuvo. Delante de M. de Larnac, que estaba bastante disgustado, dejaba estallar con demasiada candidez la satisfacción de tener por vecina a la maravillosa americana.