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Diciendo esto, tomamos el cuchillo, y partimos bocaditos, y al cabo decimos: "¡Oh, qué bien huele! Cierto que haría agravio a la guisandera en no probarlo: ¡qué buena mano tiene!" Y diciendo y haciendo, va en prueba el medio plato; el nabo por ser nabo, el tocino por ser tocino, y todo por lo que es.

Aquello era agradable de ver; pero lo que constituía el mayor consuelo para los hombres que formaban la partida era contemplar los magníficos cuartos de tocino, con sus dos caras, una blanca y otra rojiza, espetados en varetas de madera verde, que destilaban la grasa gota a gota sobre las brasas, e ir a llenar las jarras a un barrilillo de aguardiente, colocado en el carro de Catalina Lefèvre.

SALMÓN A LA CHAMBORD. Cuando esté cocido el salmón, a medio caldo, se escurre bien y se echa en una fuente de porcelana que resista a la lumbre, cubriéndole con lonchas de ternera y tocino muy delgadas, ruedas de trufas y setas.

¡Medrados estamos con eso! -respondió Sancho-. Yo pondré que se vienen a resumirse todas estas faltas en las sobras que debe de haber de tocino y huevos. ¡Por Dios -respondió el huésped-, que es gentil relente el que mi huésped tiene!, pues hele dicho que ni tengo pollas ni gallinas, y ¿quiere que tenga huevos? Discurra, si quisiere, por otras delicadezas, y déjese de pedir gallinas.

Nunca habían tenido ambiciones ni vanidades. Si habían procurado engordar, no lo hicieron por ellos tanto como por sus dueños. Engordaron para que sus morcillas fuesen más sabrosas y para que su tocino le diera más gusto al caldo de las buenas familias en cuyo seno habían vivido. Pero ahora hay en Galicia una nueva generación de cerdos.

Así vestidos saliéron en procesion, y oyéron un sermon muy tierno, al qual se siguió una bellísima música en fabordon. A Candido, miéntras duró el canto, le pegáron doscientos azotes á compas; al Vizcayno y á los dos que habian comido la olla sin tocino los quemáron, y Panglós fué ahorcado, aunque no era estilo. Aquel mismo día, tembló la tierra con un furor espantable.

FRICANDEAU. Se mecha con jamón y tocino gordo un trozo de buena ternera, y se dora en manteca; se le pone cebolla cortada a ruedas, nuez moscada, vino blanco y tomillo. Se cubre con un papel de estraza en vez de tapadera y se cuece a fuego muy suave.

Pues nada, hijo, que ha habido conjunción de pucheros y el de María Villasis triunfa. Será más delicado. ¡Pchs!... Bizcochitos de monja y tocino de cielo... Prefiero el de Curra: es más sustancioso. ¿Pues cuál es?... Olla podrida.

Además, teníamos el cargo de cortar el tocino para el rancho del día, sacar el carbón para el cocinero, las provisiones de la despensa, el pan, el aceite para guisar y para las lámparas y el agua. Los cinco vascos nos conocíamos unos a otros como si fuéramos hermanos.

CAPÓN MECHADO. Se mecha un capón después de limpio, con pedacitos de tocino y uno o dos dientes de ajo; póngase en una cazuela a rehogar; después de rehogado échese caldo, y cuando esté a punto se saca el capón, se cuela la salsa y se vuelve a poner el capón.