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Sabía de varios tenientes generales que habían sido otros tantos Farnesios y Spínolas, sin que lo sospechara el mundo; y sacaba a relucir la historia de tal brigadier que si, conforme no mandó, hubiera mandado la acción de tal parte, hubiera conquistado la gloria de un Napoleón, en vez de perder las posiciones, como en efecto las había perdido el general inepto.

Estos peligros, perfectamente conocidos por el coronel Machado, no le hicieron desistir de su propósito; y á las 4 y 25 de la tarde salían en la mencionada cigüeña automóvil el coronel Machado y los Tenientes Cabrera y Alfonso, con una pareja de la Guardia Rural, en dirección á Guantánamo. Nada anormal ocurrióles durante el trayecto de San Luis á Bayate.

En el comedor, oficiales subalternos de un batallón de cazadores, jóvenes tenientes que fumaban con aire aburrido y contemplaban a través de las ventanas, como prisioneros del mar, la inmensa extensión azul. Mientras comían lamentábanse de la mala suerte de su juventud, inútil y perdida en este peñón.

El gobernador y tenientes estamos lejos y sin ningún conocimiento de las leyes, y así ni podemos usar de ellas, ni aun formar con método y formalidad un expediente jurídico; los religiosos regularmente no saben más que alguna teología moral, y nada de derecho civil, ni canónico.

Llevábamos además dos ametralladoras, al mando del capitán Fernández, y dos piezas de artillería de montaña, á cargo del capitán Chomat, y los tenientes Pereda y Acosta. La marcha fué penosísima, pues los caminos, reblandecidos por la incesante lluvia, estaban intransitables, y en muchos parajes las mulas de la artillería se hundían en el fango hasta las barrigueras.

¡Ay! suspiró la abuela, cuánto preferiría verte reclamar un buen marido... Sabes que la mujer del coronel Dauvat me ha hablado para ti de un joven teniente que... Me escapo; abuela, me escapo... Nada de tenientes, por amor de Dios... Por ahora, vivan las solteronas... Chiquilla murmuró la abuela, encogiéndose de hombros. Mala chiquilla...

Por lo que toca á la provincia de Cavite, si bien se circularon órdenes de llamamiento por escrito firmadas por D. Agustin Rieta, D. Cándido Tirona, y por , Tenientes de las tropas revolucionarias, sin embargo, no había seguridad de que fueran atendidas, ni recibidas siquiera; como en efecto, una de estas órdenes cayó en manos del español D. Fernando Parga, Gobernador Político Militar de la provincia, que dió cuenta al Capitán General Don Ramón Blanco y Erenas quién ordenó á seguida, combatir y atacar á los revolucionarios.

Eran ya pasadas las cuatro de la tarde cuando el Secretario del Santo Oficio entregó los relajados al Corregidor y a sus tenientes. Los reos fueron montados sobre escuálidos jumentos, y la trágica procesión enderezó por la Calle de las Armas, camino del quemadero. El auto continuaba, pero los familiares, según la nueva costumbre, subieron en sus caballos para presenciar el suplicio.

Los oficiales muertos eran: D. Juan Cisniega, teniente de navío, el cual no tenía parentesco con mi amo a pesar de la identidad de apellido; D. Joaquín de Salas y D. Juan Matute, también tenientes de navío; el teniente coronel de ejército D. José Graullé, el teniente de fragata Urías y el guardia marina Don Antonio de Bobadilla.

Le da paz un sacerdote con estola, y en los demás festivos un acólito con banda aseada; lo mismo se observa con los tenientes gobernadores, cuando no está presente el gobernador, por disposición del excelentísimo señor don Francisco Bucareli; aunque los gobernadores por condescendencia han permitido que al teniente se le ponga otra silla inmediata a la suya, cuando se halla algún teniente en donde él está.