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Actualizado: 16 de junio de 2025
Tanto hablaron contra este sabio varon, que llegaron las nuevas de tal hecho á los oidos de don frai Diego de Deza, obispo á la sazón de Palencia, uno de los mayores monstruos de crueldad que para deshonra de España i oprobio del género humano fuéron inquisidores generales hombre, i en fin que aborrecia tan de muerte los testos hebreo i griego de la sagrada Escritura, que tenia propósito de no dejar en la Península el menor vestigio de ellos; i así con la misma bestialidad con que cuando denunciaban á alguno por judaizante solia decir: «Dámele judío, i dártele-he quemado », no cesaba de perseguir las Biblias hebrea i griega andando en busca de ellas por los mas escondidos rincones siempre con las teas encendidas en las manos para reducir sus ejemplares á cenizas .
Grupo de hombres, medio desnudos y blandiendo los machetes y las teas, penetraban en los hogares lanzando feroces gritos de ¡Vivan los negros!, ¡mueran los blancos!, y todas aquellas personas que intentaban oponer la más leve resistencia, eran maltratadas.
El permiso fué otorgado; la marinería encendió teas resinosas, proveyéndose antes unos de bombones de caña y otros de chiretas de coco, colocando en aquellos y en estas aceite y morisqueta, que habían de dejar como ofrenda dentro de la cueva, habiendo hecho previamente una protesta á la luz de las teas, reducida á implorar al espíritu de la muerte y hacer constar que si ellos llegaban hasta su mansión, era contra su voluntad, obedeciendo los mandatos del Castila.
19 Llegó pues Gedeón, y los cien varones que [llevaba] consigo, al principio del campamento, al principio de la vela del medio, despertando solamente los guardias; y tocaron las trompetas, y quebraron los cántaros que [llevaban] en sus manos. 20 Y los tres escuadrones tocaron [sus] trompetas, y quebrando los cántaros tomaron en la mano izquierda las teas, y en la derecha las trompetas con que tocaban, y dieron grita: ¡El cuchillo del SE
Nunca había quemado teas perfumadas en honor de Buda; y las ceremonias del sacrificio místico debían parecer a su abominable alma de gramático y de escéptico, simples pantominas de los payasos en el Teatro de Haug-Tung.
Ingrato el esplendor a tus memorias ardió en las teas que encendió el deseo, y entre infaustos gemidos sin aseo, al tálamo condujo temerosa pronuba Juno a tu querida esposa, que en dulce nudo apenas se vió a tu firme voluntad unida, cuando, de acerbo golpe interrumpida, sulcó estigias arenas: Eurídice feliz fuera, si el llanto no impidiera la fuerza de tu canto.» Y don Pedro Calderón, en la jorn.
Palabra del Dia
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