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Actualizado: 16 de junio de 2025
Iba la procesion al Mercado: el que llevaba la cruz subia al tablado donde habian de estar los penitentes, y la dejaba sobre el altar, quedando por la noche bajo la custodia de los religiosos de la Santísima Trinidad.
Se uoluieron los reios á su tablado y gradas, guardándoles Jayme Mas, Alcayde de las cárceles secretas deste S.to Off.º y Baltasar Mas, Familias y su ayudante; se proseguió la missa siruiendo en ella y respondiendo los dichos músicos, y acabada la dicha missa los dichos reios ofrecieron sus velas al pie del altar al celebrante, y con esto tuuo fin el dicho Auto General.
Ester subió en silencio los escalones, y permaneció de pie en el tablado, asiendo á Perla de la mano. El ministro tomó entre las suyas la otra mano de la niña. No bien lo hizo, parece como si una nueva vida hubiera penetrado en su sér, invadiendo su corazón á manera de un torrente y esparciéndose por sus venas.
Una vez allí, como no hubiese tabla ni escalera para subir, entre Peña y don Feliciano Gómez, lo auparon por las manos hasta ponerlo sobre el tablado. A ver, don Rufo, suba usted. Y por el mismo sencillo mecanismo pasaron al escenario otros cinco o seis señores. Cada ascensión era saludada con una salva de aplausos y un murmullo de complacencia por el benévolo concurso.
La celebración de tales fiestas escénicas se verificaba, no sólo en el teatro del Buen Retiro, sino también con alguna frecuencia en los jardines del palacio, y casi siempre con la exornación más artística. Así leemos, entre otras cosas, que en la noche de San Juan del año de 1640 se levantó un tablado en el estanque del Buen Retiro, para representar en él una comedia.
La historia de la letra escarlata se convirtió en leyenda; la fascinación que ejercía se mantuvo poderosa por mucho tiempo, y tanto el tablado fatídico como la cabaña junto á la orilla del mar donde vivió Ester, continuaron siendo objeto de cierto respetuoso temor.
Tanto, que una noche, en Calatayud, me arrojaron todo ese hierro al escenario, como símbolo de mi habilidad. Por poco se hunde el tablado. Guardo esa cadena como el mejor recuerdo de mi efímera vida artística.
Y ahora, casi imperceptiblemente á pesar de la lentitud de sus últimos pasos, se encontraba frente á frente de aquel tablado, cuyo recuerdo jamás se borró de su memoria, de aquel tablado donde, muchos años antes, Ester Prynne había tenido que soportar las miradas ignominiosas del mundo. ¡Allí estaba Ester teniendo de la mano á Perla! ¡Y allí estaba la letra escarlata en su pecho!
Cerraban las filas el Señor Don Gaspar de Puig de Orfila, Alguacil mayor con su vara alta y Don Manuel Jiménez de Soto mayor, Secretario más antiguo; quien después de subidos al tablado de la plaza y de las salutaciones recíprocas, hizo en voz la entrega de parte del Tribunal y dió nota de los Reos en papel.
Era, en una palabra, el tablado en que estaba la picota: sobre él se levantaba la armazón de aquel instrumento de disciplina, de tal modo construído que, sujetando en un agujero la cabeza de una persona, la exponía á la vista del público.
Palabra del Dia
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