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Actualizado: 16 de junio de 2025
Una de las que más tiernamente le felicitaron por su curación fue la hermana mayor de su amigo Steimbourg. Esta amabilísima joven, que tenía costumbre de mirar a los hombres cara a cara, observó que M. L'Ambert había salido de la última crisis más hermoso que nunca. Y en realidad, parecía como si aquellos dos o tres meses de enfermedad hubiesen dado a su rostro un no sé qué de perfecto.
Tal fue el parecer de M. Enrique Steimbourg, que no era ni lo bastante joven, ni lo suficientemente curioso para desear a toda costa el espectáculo de un duelo; y los dos turcos, hombres de buen sentido, aceptaron, de un modo provisional, la reparación que se les ofrecía, pero pidieron que se les autorizara para ir a consultar con Ayvaz.
Enjugose el notario los ojos para leer un grueso volumen en 12º, que le habían traído con urgencia de parte de M. Steimbourg. Era la Cirugía operatoria, de Ringuet, excelente manual enriquecido con unos trescientos grabados. M. Steimbourg había comprado el libro, al dirigirse a la Bolsa, y se lo enviaba a su cliente para tranquilizarle sin duda.
Pocas personas conocían mejor que ellas la crónica elegante de París; les habían sido mostradas, en el teatro y en el bosque de Boloña, las más celebradas bellezas de todas las clases sociales; las habían llevado a presenciar las ventas de los mobiliarios más ricos, y disertaban de la manera más agradable sobre las esmeraldas de la señorita X... y las perlas de la señorita Z... La mayor, la señorita Irma Steimbourg, copiaba con verdadera pasión los trajes y sombreros de la señorita Fargueil; la menor, había enviado a uno de sus amigos a casa de la señorita Figeac para que le pidiese la dirección de su modista.
Uno de los más asiduos y animados concurrentes era el agente de cambios, M. Steimbourg. La aventura de Parthenay habíale ligado a L'Ambert con lazos más estrechos. M. Steimbourg pertenecía a una buena familia de israelitas convertidos; su cargo valía dos millones y poseía una fortuna de medio millón, de suerte que ya se podía trabar amistad con él.
Palabra del Dia
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