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Actualizado: 6 de junio de 2025


Silencioso y concentrado en mismo, vagaba al azar; su espíritu se obscureció cada vez más, se sumió en ideas tristes, y la melancolía acabó por rodearlo de tales sombras que el espectáculo de su víctima empezó a asediarlo. Tuvo bastante juicio para comprender que no podía seguir haciendo esa vida.

Y es que los ojos del artista en algo han de distinguirse de los del hombre vulgar, y su distinción consiste en ver, como entre sombras y figuras, lo mismo que el filósofo alcanza por procedimientos discursivos; es decir, la medula de las cosas, y lo más esencial y recóndito de ellas.

Las sombras del crepúsculo prestaban un tinte oscuro y asqueroso a aquel cuadro de arrabal, en que parecía revolcarse sobre el cieno de las calles el cieno de las almas.

Si entre los fantásticos vapores de la bruma, y a la caída de la tarde, dirigimos la mirada sobre este castillo, lo vemos desaparecer entre las sombras. Entonces únicamente queda una montaña negruzca y un barranco amarillento. Una ruina sobre el monte o una vela sobre el mar, forman y completan un paisaje.

Su elevacion raya en 50 metros, sobre una latitud de 44 y un espesor de 22 ó 23. Napoleon puso la primera piedra en 15 de Agosto de 1806, y se terminó en 1832, bajo Luis Felipe. Las sombras de la noche empiezan á indicarse, dejando en el aire cierto tinte oscuro, como si empañasen el ambiente.

El sol iluminaba el césped de los jardinillos, abrillantado por la humedad y oscurecido a trechos por las sombras de las acacias, cuyo aroma embalsamaba el aire.

Alguna vez cuando la noche era diáfana y tranquila , abriéndose a modo de dos valvas de nácar la artesonada techumbre, dejaba cernerse en su lugar la magnificencia de las sombras serenas. En el ambiente flota como una onda indisipable la casta esencia del nenúfar, el perfume sugeridor del adormecimiento penseroso y de la contemplación del propio ser.

Había vuelto a pasar, había mirado mejor y con disimulo, y pudo conocer, a pesar de las sombras de la capilla, que una de aquellas damas era la Regenta en persona. Entró en el coro, y se lo dijo a Glocester.

El señorito Octavio, aunque no sintiese miedo precisamente cuando veía blanquear entre las sombras espesas la camisa de un labrador, no le hacía gracia ninguna. Por un instante quedaban suspensos en el aire los risueños fantasmas de su imaginación, esperando que el transeunte pasase.

Las representaciones sensibles se parecen en tales casos, á sombras que se atraviesan entre el ojo intelectual y el objeto; la necesidad de estarlas removiendo de continuo, retarda y debilita la percepcion.

Palabra del Dia

rigoleto

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