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Actualizado: 3 de mayo de 2025


El administrador mostrábase tardo y doliente en sus remesas. Jaime le pedía dinero, y contestaba con cartas quejumbrosas, hablando de intereses que había que satisfacer, de segundas hipotecas para las cuales apenas encontraba prestamistas, de irregularidad de una fortuna en la que no quedaba nada libre de gravamen.

Al amanecer, viéndole en profundo letargo, levantose cautelosamente y echó mano al puñal y las papeletas. Escondido el primero, vació todo el contenido de las segundas en un periódico, metiéndolo todo revuelto en un cucurucho para llevárselo a Ballester.

No han faltado filósofos, y entre ellos el ilustre Malebranche, que han negado á las causas segundas toda eficacia, reduciéndolas á meras ocasiones. El autor de la Investigacion de la verdad se adelanta á sostener que la causalidad secundaria no solo no existe, sino que es imposible. Comencemos por la materia.

Es evidente que la causalidad no puede entenderse del mismo modo en las causas segundas; de ninguna de ellas puede verificarse que su existencia sea absolutamente necesaria para la de otro efecto, pues que Dios podria haberle producido por medio de otro agente secundario, ó inmediatamente por mismo; ni tampoco que su sola existencia sea suficiente para la existencia del efecto, pues que todo cuanto existe presupone y necesita la existencia de la causa primera.

Hace sentir, obrar, i hablar los Reyes como los Infimos del pueblo: i los Infimos del pueblo tal vez como los Reyes. Patricios se introducian en las primeras, i Nobles del orden Equestre en las segundas.

Cuando hay causas segundas, el mérito de la filosofía está en señalarlas; pero cuando no existen, este mérito se cifra en elevarse á la primera.

En la demolición de todo antiguo edificio en que haya molave y cañas, llama la atención la conservación de los primeros, y las bellísimas fosforescencias que se desprenden de los alimacmac en las segundas. El alimacmac, es un pequeño hongo que nace en el interior de la caña cuando es vieja y ha estado sometida por largo tiempo á la acción de las aguas.

Tenian dispuestos alojamientos, prontos los víveres y bagajes necesarios: se excedia en el cuidado de los enfermos; salian al encuentro á larga distancia los indios gobernadores, acompañados de sus segundas y curacas, con danzas y músicas á su uso, para acreditar el gusto y complacencia con que le recibian: de modo que parecia no habia tenido aquel pais alteracion alguna.

Observando lo que sucede en nosotros, y discurriendo por analogía con respecto á otros seres sensibles, podemos notar que entre la variedad de sensaciones hay un ser solo que las percibe; el mismo ser es el que oye, el que ve, el que toca, el que huele, el que saborea; el mismo ser es el que recuerda estas sensaciones cuando han desaparecido, el que las busca cuando le son agradables, el que las huye si le son ingratas, el que goza con las primeras, el que sufre con las segundas; esto entra en la idea de ser sensible; por manera que si en los brutos no hubiese ese sujeto comun de todas las sensaciones, uno en medio de la multiplicidad, idéntico entre la diversidad, permanente debajo de la sucesion, no serian seres sensibles tales como nosotros los concebimos, no sentirian propiamente hablando, pues que no hay sensacion tal como aquí la entendemos, cuando no hay un ser al cual afecta, un ser que la percibe.

En general, esta clase de comedias se distinguen por su frialdad y por cierto cansancio, cuando se comparan con el fuego juvenil de las primeras y con el flamante vigor de las segundas, enumerándose, entre ellas, muchas composiciones mitológicas, destinadas á la celebración de fiestas ó á otras solemnidades análogas, como, por ejemplo, Duelos de amor y lealtad, El conde Lucanor, etc.

Palabra del Dia

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