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Actualizado: 12 de julio de 2025


El ansia de venganza hizo sonreír á la imponente dama con una expresión feroz. El marino español estaba señalado en alto lugar.

Esta navegacion, á mas de los peligros que hemos señalado, tiene no pocas molestias; la abundancia de mosquitos es una de las principales, sobre todo por las noches, en que no puede el viagero abrir la boca sin tragarse algunas docenas.

Hay somnolencia, adormecimiento, cierto estado de embriaguez, de atontamiento con abatimiento moral, y muchas veces, una irritabilidad de los sentidos y del cerebro con aberraciones y delirio inquieto. El aumento de la sensibilidad es momentáneo y precede el estado contrario que antes hemos señalado.

Lo cual puso en práctica, no sin ofrecérseme mucho y poner su casa a mi disposición. Pero éste no era un favor muy señalado, porque, según Villa, no había perro ni gato en Sevilla que no entrase allí como Pedro por su casa.

-No creo yo -respondió don Quijote- que jamás los tales escuderos estuvieron a salario, sino a merced. Y si yo ahora te le he señalado a ti en el testamento cerrado que dejé en mi casa, fue por lo que podía suceder; que aún no cómo prueba en estos tan calamitosos tiempos nuestros la caballería, y no querría que por pocas cosas penase mi ánima en el otro mundo.

Soy por esso de opinion, sea lo que aveis de componer, de algun varon señalado en virtud. Podreis escojerle á vuestro gusto, leyendo el catalogo de los Santos, cuyas vidas escrivieron varios autores.

Madama de Lavardens quería mucho al doctor Reynaud, y un día le hizo la siguiente proposición: Enviadme a Juan todas las mañanas, y os lo devolveré todas las noches; el preceptor de Pablo es un joven muy distinguido, que hará adelantar a los dos niños, y me prestaréis un señalado servicio, doctor, pues Juan dará el ejemplo a Pablo.

Y esforzándose en no llorar, acabó su tocado ceñuda y mal humorada, como quien gasta tiempo en tarea baldía. El día señalado, y a la hora convenida, Pepe y Millán trasladaron a don José a casa de Engracia.

Después visitaban los enfermos y hacían con ellos todos los oficios de caridad que haría una amorosa madre, quitándose de la boca la comida y el sustento que les tenía señalado la piedad de los españoles por remediar sus necesidades. Sufrían con increíble paciencia sus contínuas impertinencias y necedades, con la esperanza del bien que podían sacar de ellos.

Vuelvo la cabeza y me veo a la vizcondesa de Mazorca. ¡Pero vizcondesa! ¿es usted? Me informo de la salud del vizconde y de los niños y de buenas a primeras me dice con mucha gracia: «Araceli, por ser día señalado le regalo este bolsillitoMiro el bolsillo y veo que es el mío, que había dejado olvidado sobre la silla.

Palabra del Dia

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