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Actualizado: 24 de julio de 2025
Con labio balbuciente y vivo anhelo "¡Dios te salve, María!" en la cuna te dice el pequeñuelo: salúdate el anciano que harto ya de luchar con el destino, apoyo busca en tu segura mano. ¿Mas que mucho, Señora, que el hombre de quien eres bienhechora su gratitud te ofrezca y, sus amores...? también del Sol los mágicos fulgores te rinden homenaje y te saluda el mar con sus rumores, con su aroma las flores, las aves con su canto en el follaje.
Aún vivía en la torre del Pirata; aún estaba en medio de lobregueces, de una soledad poblada por los rumores de la Naturaleza, en el interior de un cubo de piedra cuyas paredes parecían sudar lóbrego misterio. Algo había sonado fuera de la torre: un grito, un aullido, distinto del de la otra noche, más sofocado, más lejano.
Circulaban rumores de una próxima modificación ministerial, y él debía mostrarse en la Alta Cámara, por si la República reclamaba sus servicios un tanto menospreciados. Pasaron la noche en una ciudad de provincia, donde estaba la comandancia de un cuerpo de ejército. René tomó informes de los oficiales que habían presenciado el gran combate.
Míster Robert les reconoce y siente dolorosa angustia. ¡El rico Esteven en conciliábulo con el prestamista don Raimundo! aquello sí que no es una visión. Los rumores que corren son entonces ciertos, y el opulento personaje está herido de muerte cuando acude al recurso supremo del portugués...
Corrían rumores de tormentos horribles que se hacían sufrir a los presos para que cantasen la verdad, y pensaba en tí tan delicado, tan poquita cosa, creyendo que cualquier mañana te encontrarían muerto en el calabozo.
He aquí la segunda noche que paso en este miserable cuarto, contemplando melancólicamente mi apagado hogar, escuchando, con estupidez, los rumores monótonos de la calle, y sintiéndome en medio de esta gran ciudad, más solo, más abandonado y más próximo á la desesperación que el náufrago que lucha en medio del océano sobre su roto pino. ¡Basta de cobardía!
Pero Clementina estaba colocada en una esfera tan alta, que temía su desdén. Bastante era el que le mostraba por el solo delito de contemplarla. Por otra parte, habían llegado a sus oídos rumores que la desacreditaban.
Tenia delante y en derredor todas las hermosuras de una naturaleza severa, salvaje, grandilocuente por sus rumores y su aspecto, deslumbradora y preñada de infinita poesía; y á mi lado, soñando despierta como y o, la mujer adorada, la compañera y el ángel guardián de mi vida....
Los postreros rumores del día anunciaban por dondequiera la proximidad del silencio.
Palabra del Dia
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