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Rechazaba de su mente con tenaz repugnancia todo lo que no fuera obra de la razón y del cálculo, no desmintiendo esto ni en las cosas más insignificantes. Que al poco tiempo de sentir en este tic del razonamiento lo aplicó al oscuro problema lógico de la ausencia de su mujer, no hay para qué decirlo. «Que vive, no tiene duda; este es un principio inconcuso que ni siquiera se discute.

El ojo único se fué cubriendo de lágrimas. Todos huían. Hasta los criados le contemplaban á distancia, buscando ocultarse cada uno detrás del compañero, queriendo escapar y avanzando la cabeza al mismo tiempo, con una expresión doble de curiosidad y repugnancia.

Cuando miraba la capilla de Santa Bárbara en el transcurso de la misa, sus ojos huían del fúnebre arcón. Le inspiraba repugnancia el pensar en los huesos hechos polvo. Aquella doña Constanza no existía. La que le interesaba era la otra, la que estaba un poco más allá, pintada en un pequeño cuadro.

El burlador de Trini vuelve de Buenos Aires, donde ha pasado años y donde ha ganado bastante dinero. Quiere reparar su falta, casándose con Trini; pero ésta no es como la dama de Calderón, que acepta al burlador por marido, porque sólo piensa en restaurar su honor y porque no ama a nadie. Trini ama a otro y rechaza al burlador, que no le inspira amor, sino repugnancia.

Será pensamiento mío, que tal vez escandalice á muchas personas, pero que ahora se me ocurre y no puedo menos de expresarle: la primera Revolución francesa, en vez de acelerar el advenimiento de la libertad verdadera y los progresos del linaje humano, vino á atajarlos, poniéndoles, como obstáculo que tienen que saltar en su curso, el miedo y la repugnancia que los desórdenes y crímenes de la Revolución inspiraron.

Cada cual la sentía a su manera: doña Manuela no decía sino: «¡Hijo mío, cuánto trabajaEl padre no se recataba para confesar a voces aun delante de gentes: «Estará en la imprentaLeocadia, sin disimular la repugnancia a lo que en su hermano había de obrero, hablaba del destino o el empleo, y cuando le veía volver a casa, instintivamente le miraba a las manos, temiendo que trajera en ellas alguna señal sucia de su honrosa labor.

Para bajar al río, la Bringas tenía que vencer la repugnancia que aquello le inspiraba. Sólo por amor de sus hijos era ella capaz de hacer tal sacrificio. Le daban asco el agua y los bañistas, todos gente de poco más o menos.

Por esta razon no podemos afirmar la contradiccion absoluta, sino la condicional: la repugnancia del ser y del no ser no existe sino en el supuesto de la simultaneidad.

No había cumplido cuarenta años ni representaba más de treinta. ¿Por qué había adoptado semejante determinación? La repugnancia á tomar parte en una lucha fratricida, decía él: el amor entrañable á la tierra y la inclinación á la vida del campo, decía todo el mundo. D. Félix no tenía de militar más que la bravura.

Y doña Clara pronunció la palabra «cocinero mayor» de una manera singular, en que había mucho de repugnancia propia. Pero se parece al gran duque de Osuna insistió sonriendo la reina , sobre todo cuando se entusiasma. Pues peor, señora, peor. ¡Oh! ¡Peor! , por cierto.