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Actualizado: 3 de julio de 2025


Al mismo tiempo la hermandad Limosna de la luz pensó que su bienhechora influencia podía hacer algo mejor que poner velas en los altares, regalar casullas o vender ropa barata para el culto: podía ¡oh admirable hallazgo! ¡oh inspiración divina! regalar almas al Señor.

La devoción racional, ilustrada, de buen tono, era aquella otra, pedir para el Hospital a las corporaciones y particulares a las puertas del templo, regalar estandartes bordados a la parroquia; ¡pero vestirse de mamarracho y darse en espectáculo!...». ¡Por Dios, Marquesa! Cualquiera que la oyera a usted la tomaría por una demagoga, por una Suñera. Pues yo, ¿qué he dicho?

Verdad es que ni pizca de falta le hacía a Ribera, quien tuvo la fortuna de ver multiplicados los dos olivos que le dejara el ladrón y disponía ya de estacas para vender y regalar.

No quiero que mi hija viva sobre ascuas, pensando si ahorcan o fusilan a su marido.... Guarda, Pablo». En una tercera visita... estas visitas mías fueron exploraciones habilidosas y tanteos para conocer si era digno o no del tesoro que yo le iba a regalar, y así jamás le revelé mis planes... pues decía que en una tercera entrevista hablamos cordialmente, y él se espontaneó de tal modo conmigo, me abrió su corazón con tanta franqueza, me expuso sus ideas y planes de vida con tanta sinceridad, que al salir me dije para mi sayo: «, es preciso dársela.

Al que no lo necesitase nadie le impediría gastar su sueldo en obras de misericordia ó regalar al teatro mismo, para adorno de sus galerías y salones de descanso, bustos y pinturas que representasen á nuestros mejores dramaturgos, actores y actrices.

Carmen, segura en los brazos firmes y cuidadosos de su amigo, se dejaba mecer y regalar como un niño en la cuna. Había dado un suspiro de profundo alivio, y todo el gozo de la noche azul se le metía en el alma, con halagos de primavera y de ilusión.

El cura encargó a la sobrina tuviese gran cuenta con regalar a su tío, y que estuviesen alerta de que otra vez no se les escapase, contando lo que había sido menester para traelle a su casa.

Primero. ¿Por qué, contra lo acostumbrado, le envió el presente a su casa? : esto indudablemente era horror a la ostentación. Segundo. ¿Por qué, pues el obsequio era costoso, haber gastado tanto para ella? Aquí estaban claras la esplendidez y el deseo de agradar. Finalmente, ¿a qué regalar un costurero a una mujer que no tenía tiempo de dar puntada? Esto no podía explicarse.

Otras grandes propiedades habían sido formadas por los compradores de bienes nacionales, o los agitadores políticos del campo, que se cobraban sus servicios en las elecciones haciéndose regalar por el Estado los montes y los terrenos públicos, sobre los cuales vivían pueblos enteros.

Cuando de depende la bienaventuranza de alguien, ¿cómo negarme a que sea bienaventurado? ¿Del chico mal que causo a mi D. Joaquín, sin que él lo sienta ni lo vea, no resulta un bien grandísimo para otros sujetos? ¿Qué cosa sustancial, qué tesoro, qué joya quito yo a mi D. Joaquín para que un extraño la disfrute? ¿Por qué no regalar a quien lo merece y puede con lo que mi D. Joaquín ya no sabe ni puede regalarse?

Palabra del Dia

buque

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