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A Mauricia le temblaba la quijada, y sus ojos tomaban esa opacidad siniestra de los ojos de los gatos cuando van a atacar. Las recogidas la miraban con miedo, y algunas monjas rodearon a la Superiora para hacerla respetar. «Vaya con lo que sale ahora la tía chiflada... ¡Encerrarme a !

23 He aquí que él tomará el río sin inmutarse; y se confía que el Jordán pasará por su boca. 1 ¿Sacarás al leviatán con el anzuelo, o con la cuerda que le echares en su lengua? 2 ¿Pondrás garfio en sus narices, y horadarás con espinas su quijada? 3 ¿Por ventura multiplicará él ruegos para contigo? ¿Te hablará él lisonjas?

Los que trataron a Segunda en su edad de oro, apenas la conocían ya, porque su cara estaba toda llena de costurones, y en el cuello y quijada inferior llevaba unas rúbricas que daban fe de otros tantos abcesos tratados quirúrgicamente.

Luego, cuando el pequeño Tommy venía con un sombrero de copa hasta las orejas y la nariz pintada de encarnado, andando con los piernas para adentro; cuando imitaba al capitán y al doctor Cornelius, entonces los negros comenzaban a reír, enseñando los dientes y soltando la quijada hasta el punto de que Tommy solía empujarles la mandíbula con cuidado para que la cerraran.

El misterio ha sido tomado de la vida diaria, y hasta hoy la verdad concerniente a él ha sido considerada estrictamente confidencial por las personas mencionadas aquí, aun cuando ahora me han permitido que haga públicas estas notables circunstancias. ¡Muerto! ¡Y se ha llevado su secreto a la tumba! ¡Jamás! Pero se lo ha llevado. ¡Mira! Tiene la quijada caída. ¡No ves el cambio, hombre!

Crea usted que sería un bien para la familia que reventase aquí. Cuando crezca, de seguro que le veremos en las celdas de abajo. Maltrana examinó a los camaradas de su hermano, golfos de mirada viciosa y quijada fuerte, más voluminosa que el resto de la cara.

El que así hablaba era un hombre fornido, de áspero bigote, estrecha frente, pelo hirsuto y fuerte, rebelde a peines y cepillos, con las puntas hacia adelante, y quijada brutal, que se disimulaba un tanto bajo una sonrisa bondadosa.