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Actualizado: 29 de mayo de 2025
Las guineas habían ido aumentando en la olla de hierro, y su existencia se había limitado y endurecido de más en más, hasta no ser más que una simple pulsación del deseo y de la satisfacción, pulsación que no tenía ninguna atinencia con ninguna otra criatura humana. Su vida se había limitado a la acción de tejer y de atesorar, sin tener ningún fin a que tendiera su acción.
Cuando la rápida pulsación de la impaciencia atormentara sus esperanzas, palpitaría también con ellas; la alegría de los triunfos sería para ambos, y la gloria que se conquistase para él sólo.
La intermitencia es otro carácter del agárico; el pulso es pequeño, desigual, intermitente, falta una pulsacion despues de la 10.ª, 30.ª ó 40.ª: hé aquí por cierto un pulso eminentemente asténico, sin que su carácter deje por lo tanto de ser nervioso.
Esta sangre, tibio y perezoso humor que hoy apenas presta escasa animación a mi caduco organismo, se enardece, se agita, circula, bulle, corre y palpita en mis venas con acelerada pulsación.
La spigelia, y mas aun el arsénico, corresponden á las palpitaciones de corazon tumultuosas y como en tropel, movimientos ondulatorios, ruido como de una cascada, pulsacion de las carótidas, grande dificultad de respirar al cambiar de posicion, espasmo del pecho, ansiedad.... Los dolores quemantes no indican en este caso mas que arsénico; pero aun hay otras particularidades, como la existencia habitual de dolores sordos en el corazon, lancinaciones de vez en cuando, especialmente por la impresion del frio en la region precordial, y un pulso mas frecuente por la mañana que por la tarde.
Registra mi corazón por arriba, por abajo, escarba en él con el más curioso afán, ábreme las venas, y si encuentras una sola pulsación que se asemeje a la simpatía, el más leve rudimento del cual se pueda decir que puede ser amor algún día, llévame a Julia sin esperar un momento y me caso con ella; si no, no me hables más de esa niña que me es insoportable y...
El fuego de la fiebre me subió a la cabeza y cada pulsación de mis arterias me gritaba: «¡Es necesario que le hables! ¡Es necesario que le hables!» Me desvestí a medias y me recosté en el sofá. El reloj tocó las once; tocó las once y media. Todavía se oía resonar en la casa el ruido de sus pasos, pero mientras más tarde se hacía, menos posible me era poner en ejecución mi proyecto.
Palabra del Dia
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