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El nuevo orden de cosas no fue reconocido en España, por Prusia y Austria hasta después de la revolución de 1848, y por Rusia hasta 1857.

De un lado la vista recorre las fértiles llanuras alsacianas, ricas y enteramente cultivadas, y va á detenerse en el enjambre de colinas montuosas del Palatinado y la Prusia rineana; al poniente, de otro lado, sigue la línea de los Vosgas, montañas que limitan el departamento hácia el interior de Francia, y la mirada se pierde luego en la direccion del Jura y Suiza.

Además, las cacerías, las futuras cacerías en una extensión de tierras arenosas y movedizas, con bosques de pinos, en nada comparables al rico suelo de la estancia natal, pero que habían tenido el honor de ser pisadas siglos antes por los marqueses de Brandeburgo, fundadores de la casa reinante de Prusia.

Y, para mayor seguridad, bajé yo misma a la ciudad y entregué la carta al postillón que justamente se preparaba a partir para Prusia. En el momento en que el sobre se escapó de mis manos, sentí como una puñalada en el corazón; se habría dicho que con esa carta entregaba mi alma a potencias desconocidas.

Y menos culpa nuestra es aún que, en 1823, así los peninsulares como los cubanos, perdiésemos de nuevo las mencionadas libertades, por obra de los cien mil hijos de San Luis, sostenidos moralmente por la Santa Alianza, ó sea por Rusia, Prusia y Austria, con el beneplácito sin duda de la libre Inglaterra.

Por último, los reyes de Prusia, desde 1820 hasta la actualidad, han tomado interes por hacer terminar la construccion, y actualmente se trabaja en ella con un empeño que hace esperar que al cabo el mundo podrá admirar en su plenitud ese monumento grandioso, que es una de las mas sublimes creaciones del arte gótico.

Esa situacion feliz procura á la capital política y militar de la Prusia rineana un doble panorama de magníficos paisajes del lado del Rin y del Mosela, al mismo tiempo que un doble movimiento de vapores, botes mercantes y balsas sobre las bellas ondas de los dos rios.

He llegado de Brandeburgo, señores, por otro nombre reino de Prusia, en cuyo trono se sienta un hombre que no da dos notas seguras... ¡un hombre que toca la flauta como un principiante!... y le llaman ¡Federico el Grande! ¡Y serán ustedes capaces de indignarse porque el mio amico Farinelli sea ministro!... ¡él! ¡El maestro, el dios de la música sobre la tierra!... ¡él! ¡que debería ser maestro de capilla en el Cielo, que debería cantar con los ángeles si éstos pudiesen comparársele!... ¡El, que ha dicho presentándome a Sus Majestades: Aquí tienen el primer cantante de Europa!