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Actualizado: 19 de julio de 2025


Desde 1850, fecha en que se publicó LA LETRA ESCARLATA, su reputación ha ido constantemente en aumento, y las ediciones de todas clases y de todos precios, se han sucedido unas á otras, no sólo en los Estados Unidos, sino en Inglaterra, gozando de una gran popularidad en todos los países en que se habla el inglés.

Por Dios y por los santos, ¿cabe nada más ridículo que un diálogo amoroso, en que aparece á cada momento la palabra usted, hecha para preguntar cómo está el tiempo, los precios de la carne, etc.?... Pues bien: yo figuraría mis personajes en el siglo XVII, y abriría la escena con gran ruido de cuchilladas y muchos pardieces y voto á sanes; después el ir y venir de los alguaciles, y, por último, la voz cascada de una vieja alcahueta que acude con su farolito á reconocer la cara del muerto

Después, cuando el gobierno fué empujando los indios hacia las fronteras y puso en venta los territorios sin dueño apreciando como una abnegación patriótica que alguien quisiera adquirirlos , Madariaga compró y compró á precios insignificantes y con larguísimos plazos. Adquirir tierra y poblarla de animales fué la misión de su vida.

Cuando mejor le parecía, embarcaba el género en el puerto de Valencia, y, ¡allá va! Siempre se concertaban las cosas de modo que su naranja arribaba sin concurrencia y con precios altos. Más de una vez era el mar el que, causando averías al buque, retrasaba su llegaba y daba tiempo a que el mercado quedase limpio, colaborando de este modo en el buen éxito de la expedición.

Donde antes vivía un novillo colocaba ahora tres. «La mesa está puesta decía alegremente . Vamos en busca de nuevos convidados.» Y compraba á precios irrisorios el ganado desfallecido de hambre en los campos naturales, llevándolo á un rápido engordamiento en sus tierras opulentas. Una mañana, Desnoyers le salvó la vida.

El catedrático no quería esplicar menos que por aquel autor y Basilio no tenía dinero bastante para comprarse la obra, pues, con el pretesto de que estaba prohibida por la censura de Manila y había que sobornar á muchos empleados para introducirla, los libreros pedían elevados precios.

Los hombres valían de mil pesetas hasta cinco mil; los niños, veinticinco duros antes de bautizar y cincuenta después; las mujeres se vendían a precios convencionales. Zaldumbide no regateaba fusiles ni pólvora para adquirir un buen género. A él no le daban un anciano venerable por un hombre joven, aunque estuviese teñido, ni un hombre con una hernia por un individuo bien organizado.

Entonces, los precios de los frutos no habían bajado tanto como para precipitar a la raza de los pequeños squires y de los arrendatarios en el camino de la ruina, hacia el cual sus hábitos de prodigalidad y la mala explotación de sus tierras los arrastraban rápidamente.

Aunque de ésta como de otras muchas de nuestras CARTILLAS, se han hecho traducciones y reimpresiones que abundan en el mercado á precios sumamente bajos; en nuestro deseo de completar la serie de CARTILLAS, que venimos publicando desde hace muchos años, y de hacer una edición legítima y completa, de una buena traducción castellana, hemos dispuesto llevar á cabo la de ésta obrita, que está ilustrada con mapas y arreglada á los Planes de Estudios de España y de la América española.

Palabra del Dia

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