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De lo dicho se deduce, que la qüestion de las ideas innatas, que inutilmente se trata en las Lógicas de los modernos, es importuna, porque conociendo y distinguiéndose bien las potencias mentales de sus actos, y viendo atentamente cómo estas cosas se exercitan, se sabrá lo que es innato y no lo es, y tambien lo que puede ser provechoso averiguar en esta materia.

He desnudado las potencias inferiores de mi alma de toda imagen, hasta de la imagen de esa mujer; y he creído, si el orgullo no me alucina, que he conocido y gozado en paz, con la inteligencia y con el afecto, del bien supremo que está en el centro y abismo del alma.

Para desvanecer esta dificultad, prescindiré de las cuestiones que se agitan en las escuelas sobre la distincion de las potencias del alma; y me limitaré á observar, que ya sean estas realmente distintas entre , ya no sean mas que una sola ejerciendo su actividad sobre diferentes objetos y de diversas maneras, siempre es necesario admitir una conciencia comun de todas las facultades.

Del uso de las Potencias mentales. Tres cosas me propongo manifestar en este capítulo: la primera, cómo percibimos los objetos corporeos: la segunda, cómo conocemos los espirituales: la tercera, cómo se ha de conocer el predominio de cada potencia. El alma, durante la vida, está tan estrechamente unida al cuerpo, que no puede sin él exercitar sus propias y naturales potencias.

Aspira a todo, y para satisfacer sus aspiraciones cuenta con varias potencias. Cuenta con Mefistófeles, esto es, con el espíritu de astucia y de conducta para la vida, que ya le devolvió la juventud y que podrá aún darle riqueza, poder, fama y deleites materiales.

A las potencias del entendimiento les es innata la fuerza de producir los actos de las primeras verdades, una vez que antecedan las ocasiones y motivos necesarios para que obren; y puestas estas disposiciones, como que se vienen por , no pueden dexar de producirlos.

La opinión, admitida sin correctivo, de que esto sucedía entonces con exceso, se refiere á un período, en que casi todas las potencias europeas miraban á los monarcas españoles con envidia y saña, cuya circunstancia nos avisa que no la aceptemos incondicionalmente y sin el examen debido.

Los Griegos y Romanos primero, y despues los Escolásticos, que siguieron sus pisadas, hablaron de estas potencias con mucha confusion, tomando unas por otras, y mezclando sin orden los actos de ellas, atribuyendo á una la operacion que pertenece á la otra.

Si sigue así, si nadie acude á sostenerla, escarmentará al verse en tan cruel abandono. Por fortuna, aun sin contar con alianzas que no hemos buscado y con simpatías que no hemos procurado crear ni fomentar, todavía nos queda alguna esperanza de que las grandes potencias de Europa se pongan de nuestro lado, vuelvan por nosotros y hagan respetar nuestro derecho.

Mal hemos hecho con no haber contraído alianza ninguna, con estar aislados y sin apoyo entre las grandes potencias europeas; pero esto no mitiga la acusación de egoísmo y hasta de imprevisora flaqueza que podemos lanzar contra ellas, viéndolas inertes y tranquilas sufrir que los Estados Unidos, sin razón y sin derecho, nos traten como nos tratan, fiados en su poder y en su riqueza é imaginándonos débiles, pobres y solos.