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Actualizado: 5 de julio de 2025
Era Gualtero de Pleyel, cobardemente sorprendido y asesinado. Al tremendo grito de sorpresa y de dolor que lanzó Roger se despertaron sobresaltados los dos arqueros. El pedernal y la yesca, pronto, dijo Tristán con reposada voz. Esta luz de luna es cosa de espectros. Aquí está el candil y ahora nos veremos las caras.
Los arqueros rodeaban á la pareja y el hombre, azorado, sin comprender una palabra de lo que decían, oprimía con una mano el brazo de la mujer y con la otra apoyaba sobre el pecho el precioso paquete, dirigiendo en torno miradas suplicantes. ¡Ea, muchachos! exclamó Gualtero de Pleyel con imperiosa voz, apartando al arquero que más cerca tenía.
Hé aquí mi mano. Y con esta van tres veces que suena la campana llamándonos á comer, exclamó Germán mientras todos se dirigían en grupos hacia la abadía, comentando las peripecias del combate. ¡Por Dios vivo! señor de Pleyel, dad una copa de buen vino á vuestro amigo en cuanto lleguéis, porque está transido, sin contar que ha tragado dos azumbres de agua.
El joven de Pleyel no se cansaba de oir la nueva lengua en que se expresaban los vendedores de los puestos ambulantes y los grupos de gentes del pueblo. ¿Pero has oído en tu vida cosa semejante? preguntaba á su compañero. Lo raro es que no se les haya ocurrido aprender el inglés y hablar como Dios manda, ahora que su tierra pertenece á la corona de Inglaterra.
Sin embargo, Gualtero, debo á vuestro padre Carter de Pleyel el ordenaros que procuréis refrenar la lengua. Ataque por babor y estribor á la vez, exclamó el capitán Golvín, viendo separarse los dos barcos enemigos. El normando tiene á proa un pedrero y se preparan á disparar.
Momentos después cabalgaban ambos señores y la dama entre ellos, escoltados por el joven Pleyel. Habíase retardado Roger en el mesón llamando á los arqueros, cuando oyó una voz angustiada pidiendo favor á gritos.
Poco después salía éste de Burdeos acompañado de Gualtero de Pleyel y dos horas más tarde se ponían en su seguimiento Roger, Simón y Tristán de Horla, para quienes el primero tuvo que procurarse dos caballejos de las Landas, de tan pobre apariencia como excelentes cualidades.
Palabra del Dia
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