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Actualizado: 15 de mayo de 2025


La memoria reanima en mi los sentimientos propios de los pocos anos, que hacen olvidarnos de la muerte. iO! haceos oir todavia, cantos celestes; la tierra me ha reconquistado." "Este momento de exaltaciones pasagero: Faust tiene un caracter inconstante, las pasiones mundanas vuelven a apoderarse de su corazon, busca el modo de satisfacerlas, y desea el entregarse a ellas.

Si hemos de tener en cuenta la existencia de los antiguos juegos escénicos en los siglos posteriores, es necesario no olvidarnos de su doble forma, ni creer, que, cuando se habla de dramas, han de entenderse por esta palabra representaciones hechas en los teatros públicos.

Justo es consignar, que, en los últimos años del siglo XIX comenzó á realizarse un espléndido renacimiento del gusto antiguo, labrándose opulentas mansiones, algunas de las cuales supera en riqueza decorativa á las más famosas del siglo XVI; quede por consiguiente para el mañana la mención de ellas, y tributemos un entusiasta aplauso á los señores don Miguel y don Javier Sánchez Dalp, Marqués de la Motilla y de Víllamarta, Condes de Aguiar y de Torralva, Sres. don Eduardo de Ibarra y doña Regla Manjon, como restauradores de las gloriosas tradiciones constructoras sevillanas, sin olvidarnos del señor don Pedro Zubiría, que aun cuando ha preferido emplear en su casa el gusto francés moderno, lo ha hecho tan suntuosamente, que dejando aparte exagerados exclusivismos, debémosle reconocimiento los sevillanos por haber contribuido al esplendor de esta ciudad, rompiendo los estrechos moldes de rutinarios constructores.

Fermín será diputado en las primeras elecciones, figurará en Madrid, ¡y quien sabe á lo que puede llegar, cuando se cambie la suerte de esta nación, que seguramente se cambiará, de no olvidarnos Dios!... Callaba Pepita, sin hacer el menor signo de aprobación ó protesta ante los palabras del jesuíta, y éste se detuvo, creyendo haber avanzado demasiado. Por aquel día bien estaba con lo dicho.

Embebidos en una deliciosa armonía de muchos instrumentos, podremos saborearnos en la percepcion de los sonidos hasta olvidarnos de la extension de los instrumentos, del aire, y de nuestros órganos: pero al contemplar un cuadro, aun en medio del entusiasmo mas ardiente, no puede desaparecer la extension.

¡Ir !... ¡la reina!... dijo Felipe III, que no olvidaba nunca la ceremoniosa etiqueta de la casa de Austria. Iré... por las comunicaciones interiores... nadie me verá... enviaré delante á la duquesa de Gandía, para que doña Clara, cuando llegue yo, esté sola. Y adiós, adiós; es necesario no olvidarnos de que para el que sufre, cada momento es un siglo. Te amo. Adiós. Y la reina escapó.

Palabra del Dia

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