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Actualizado: 24 de mayo de 2025


El comisario los registraba uno por uno, abría los cajones de los muebles, ninguno de los cuales estaba cerrado con llave, y después de echar una ojeada a los objetos de elegancia femenina de que estaban llenos, los volvía a cerrar.

Pero yo luché y al cabo de poco tiempo de ese empeño de cerrar mi corazón a las aficiones que pudieran llegar a dominarle, agregado esto a la necesidad de viajar y variar de objetos, en que las revoluciones del principio del siglo habían puesto a mi familia, lograron hacer de el ser más veleidoso que ha nacido.

Todos los objetos del culto eran suyos: el sagrado mantel, la casulla, el cáliz de piezas enroscadas y las divinas Formas. Este hombre extraordinario, aleccionado por la experiencia, no olvidaba nada en sus viajes.

Significan lo siguiente; y cuidado que no hablo de memoria, sino por experiencia. Si el objeto olvidado no valia la pena de que la policía premiase al cochero honrado, el cochero honrado hizo noche de aquel objeto. Si el objeto valia mucho mas que la recompensa pecuniaria ó la mencion honorífica, el objeto no pareció tampoco. ¿Pues qué objetos son los que parecen?

Otro ejemplo. Un dependiente de un establecimiento donde se hallen reunidos los mas bellos producto del arte, puede hablar de todos ellos sin confundirse ni contradecirse, aun cuando sea incapaz de conocer su mérito, é ignore absolutamente las circunstancias que constituyen la belleza de los objetos.

Las impresiones que recibimos por la vista y el tacto, aun limitándonos á un solo objeto, son múltiplas y por tanto corresponden á muchos objetos; son continuas y por lo mismo corresponden á objetos continuos. Aclararé algo mas esta razon.

Los esclavos hicieron desaparecer la cigarrera, mientras otros cargaban con los fragmentos de los cilindros de papel y barrían el temible polvo esparcido en el suelo. Poco á poco cesaron los estornudos y pudo reanudarse el desfile. A partir de este incidente, pareció que el público había perdido todo interés por los objetos del gigante.

La viuda quería a aquellas «reliquias» como a las niñas de sus ojos y por nada del mundo las hubiera reemplazado con objetos menos frívolos y más necesarios. En aquel bazar cosmopolita, que lo mismo parecía una tienda de prendería que la de un guerrero apache, la excomandanta se agitaba y se revolvía embrollándolo todo, mandando sin ton ni son y aumentando la confusión y el desorden.

Doña Manuela contestó con altivez. ¡Quién! ¿Ella...? ¿Por quién la tomaba su hijo? Aunque arruinada, no por esto había perdido su dignidad. Para tales comisiones se valía de doña Clara, que tenía amigos entre los prestamistas, y hacía las «operaciones» diciendo que los objetos eran de una señora distinguida cuyo nombre no podía revelar.

Si prescindimos de la imaginacion, y nos referimos al entendimiento puro, aunque descubrimos en él un tipo para juzgar de la infinidad ó no infinidad de los objetos que se le presentan, al reflexionar sobre el tipo en , perdemos la claridad que antes nos iluminaba, y hasta nos quedamos perplejos sobre la existencia del mismo.

Palabra del Dia

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