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Actualizado: 4 de junio de 2025


No me sentía abochornado en lo más mínimo, demasiado atontado y amodorrado, como estaba aún, para darme cuenta exacta de mi situación. Al principio, nadie notó mi presencia; porque, en las salas reservadas para los hombres, el humo de los cigarros era tan compacto que a tres pasos no se distinguían sino bultos confusos... Se jugaba fuerte.

Artegui retiró aprisa su mano de la asilla del vidrio, donde la apoyaba, y la niña miró atónita a su alrededor. Notó que hacía fresco, y abrochó su cuello y anudó su corbata. Hombres con boina, mozas con el pañolito atado tras del moño, una marea de viajeros de diversa catadura y condición social, se empujaba, se codeaba y bullía en la ancha estación.

En otras mejoras, que pudiéramos lograr con el tiempo, noto yo que surge en seguida la contradicción.

Cuando Lorenzo iba a romper en una enérgica protesta, se encontró galopando sin poder evitarlo; pero al mismo tiempo notó, o creyó notar, que esa nueva forma de marcha era más soportable, bien que le molestaba algo el movimiento de ascenso y descenso de los jinetes que llevaba al lado.

Nueva sonrisa y una mirada sostenida, de las pocas que se toleraba. Ana tuvo un miedo pueril que la embelleció mucho, como pudo notar y notó De Pas. Ayer ha estado usted en el teatro. La Regenta abrió los ojos mucho, como diciendo irreflexivamente: ¿Y eso qué?

Dió algunos pasos por el corredor sin ver al intruso; mas al llegar al extremo, notó aquel bulto, alzó la cabeza, y vió al joven, que se inclinaba ante él con mucho respeto. #La determinación.# ¿Qué busca usted? ¿quién es usted? ¿qué hace usted aquí? ¿No me conoce usted?

Una noche, al recogerse las internas en el gran dormitorio común, se notó su ausencia. La buscaron inútilmente en la capilla, en la oscuridad del jardín, en la sala de estudio, hasta que fue descubierta en el ángulo del claustro, parada sobre una silla. Tenía un brazo apoyado encima del Cristo y cerrando los ojos besaba la dolorosa boca entreabierta.

Movido de los ruegos de ésta, fuele a visitar un amigo, y en el desorden de su cuarto notó entre otras cosas que no debía de hacer nunca su cama; tal estaba ella de malparada. ¿Pero es posible, señor don Braulio le dijo el amigo al loco, es posible que ni ha de consentir usted que hagan su cama, ni la ha de hacer usted, ni?.... No, amigo, no; es mi sistema. ¿Pero qué sistema? Tengo razones.

Todo esto lo notó Lucía, más con el instinto que con el entendimiento, porque, inexperta y bisoña, no había llegado aún a dominar la filosofía del traje, en que tan maestras son las mujeres. A su vez la consideraba Artegui como aquel que, volviendo de países nevados y desiertos, mira a un vallecillo alegre que por casualidad encuentra en el camino.

A pesar de su turbación, Montiño notó que Dorotea estaba llorosa, muy pálida, y visiblemente enferma. Sobre una mesa había mucho dinero en oro. Tomad de aquí lo que necesitéis para una buena merienda para dos personas dijo Dorotea. Montiño, que iba resignado, contestó: ¿Cómo queréis que sea esa merienda, señora? Como pudiera serlo para el rey. ¿Con vinos y licores?

Palabra del Dia

rigoleto

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