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Actualizado: 6 de julio de 2025


Sea de esto lo que quiera, sábese de positivo que el único escritor antiguo, que llama á Lope de Rueda y á Torres Naharro fundadores del teatro español, es el célebre Juan de Timoneda.

Muy de otra manera deben juzgarse las obras del poeta; pues la crítica imparcial, si las aplaude al compararlas con las mezquinas producciones, de que hablamos últimamente, ha de estimarlas muy inferiores en valor poético á las de Gil Vicente y Torres Naharro, y no superiores á ellas por su arte y forma dramática.

Dice así en un soneto: «Guiando cada cual su veloz rueda, Á todos los hispanos dieron lumbre Con luz tan penetrante de este carro; El uno, en metro, fué Torres Naharro; El otro, en prosa, puesto ya en la cumbre, Gracioso, artificial, Lope de Rueda

Ya en los primeros ensayos dramáticos jugaba el baile papel importante, como indicamos con repetición, considerándolo como elemento esencial en las representaciones de las iglesias. En las piezas de Juan del Encina, Gil Vicente y Torres Naharro era costumbre acabar con baile la función, mientras se cantaba un villancico.

Lope de Vega, Laurel de Apolo. Cervantes, Canto de Caliope y Viaje al Parnaso. El título de esta obra dice así: Philosophia antigua poética del doctor Alonso López Pinciano, médico cesáreo, Madrid, 1596. Sobre la antigua forma del prólogo, léase el artículo de Torres Naharro.

Esta prohibición duró por espacio de veinticinco años largos, y así también nos explicamos, que, durante este período, fuesen muy aplaudidas en el teatro diversas obras dramáticas, muy inferiores á las de Naharro.

No debemos olvidar que las piezas más extensas de Gil Vicente, en las cuales se encuentran estas mismas cualidades, aunque no tan caracterizadas, son probablemente las últimas de este poeta, y anteriores á las de Naharro.

También se había olvidado la fecha de sus primeras representaciones, y sólo de esta suerte podemos explicarnos, que se diese el dictado honorífico de Padre del teatro nacional español, aplicable, en rigor de derecho, á Torres Naharro, á otro poeta, cuya memoria estaba más reciente.

Ningún dramático hubo tan aventajado, ni ninguno, como Boscán, Garcilaso y Herrera, se esforzó en llevar este género poético á la perfección, que ellos imprimieron en la lírica, y esto explica que Gil Vicente y Torres Naharro aparezcan como fenómenos aislados, si se comparan con sus infelices imitadores, y que, á pesar de esto, sólo merezcan el nombre de poetas de segundo orden, cuando se recuerdan las dotes de tan eminentes líricos.

Réstanos decir algo acerca del lugar que ocupa Torres Naharro en nuestra historia, y de la influencia que tuvo en el teatro español. Como el poeta residía en Italia cuando publicó la Propaladia, es de suponer, sin linaje alguno de duda, que en ella se representaron sus comedias, y que son falsas las aseveraciones contrarias de los literatos italianos.

Palabra del Dia

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