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Actualizado: 2 de mayo de 2025
Era enjuto de carnes, con la recocida delgadez de los mediterráneos bronceados. El viento salino más que los años había curtido su rostro, frunciéndolo con profundas arrugas. Una coloración caprichosa hacía negro el fondo de estas grietas, mientras que la parte expuesta al sol parecía lavada por la luz, con tonos más claros. La barba corta y dura se extendía por los surcos y lomas de su piel.
Habían sido piratas y crueles; pero los navegantes de los mares brumosos, al imitar los descubrimientos mediterráneos en otros continentes, no se mostraban más dulces y leales. Después de estas conversaciones sentía Ulises mayor estimación por los cacharros viejos y las figurillas borrosas que adornaban el dormitorio de su tío.
Como todos los hombres mediterráneos, no bajaba á tierra sin llevar el aguijón oculto en el talle, y había pinchado para abrirse paso. «¡Qué tiempos!», pensaba el Tritón, con más nostalgia que remordimiento. Y añadía como excusa: «¡Ay, entonces tenía yo veinticuatro años!»
Además, á él sólo le interesaba lo que ocurriese á partir de la plancha que unía el muelle con el buque. ¿No has dado parte á la autoridad?... El segundo se indignó al oír esta pregunta, con la altivez de los mediterráneos, que nunca se acuerdan de la autoridad en momentos de peligro y sólo confían su defensa á la destreza de su mano. «¿Le tenía acaso por un delator?...»
Esta prodigiosa facultad inutilizaba en parte los colores de que se visten las especies tímidas para fundirse con la luz ó la sombra. Los grandes carniceros veían mal, pero rascaban el fondo con un tacto adivinatorio y husmeaban á prodigiosas distancias. Sólo peces mediterráneos, especialmente los del golfo de Nápoles, vivían en los estanques de Acuario.
La voz exasperada del tenor, como si fuese un eco del pensamiento de Ferragut, lanzaba una romanza de la fiesta de Piedigrotta, una lamentación de amor melancólica, un cántico á la muerte, última madre de los enamorados sin esperanza. ¡Todo mentira! dijo Freya riendo . Estos mediterráneos... ¡qué comediantes para el amor!... Ulises quedó indeciso, no sabiendo si se refería á él ó al cantante.
Palabra del Dia
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