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Solía Miranda hacer, de pascuas a ramos, tal cual escapatoria a Madrid, y en una de las últimas encontró al Don Fulano del señor Joaquín a quien llamaremos Colmenar por respetos a su incógnito , amostazado y furioso con otro Don Zutano que se empeñaba en desbaratarle sus combinaciones todas y en echarle por tierra todas sus hechuras.

No había más que ver a aquel jinete para clasificarlo entre los que, sirviéndonos de una palabra de la época, llamaremos lechuguinos. Era un joven que aparentaba tener unos veinticuatro años, y vestía con estudiada sencillez, que revelaba en él esos hábitos aristocráticos que se adquieren desde la cuna y que no puede crear la educación en aquellos que no los posean ya de un modo natural.

Esta prehistoria me divierte menos, y tiene, a mi ver muchísimos menos lances que oirá prehistoria que llamaremos filológica, fundada en el estudio de los primitivos idiomas y en los documentos que en ellos se conservan escritos. Esta es la prehistoria que a me hace más gracia.

Doña Manolita vino a ver a la enferma, y doña Luz tampoco le confió nada. Conclusión Habían pasado cuatro meses desde que ocurrió el ya referido ataque. En este tiempo habían sucedido cosas singularísimas, que nadie acertaba a explicar en Villafría. Al día siguiente del ataque había llegado D. Jaime, a quien llamaremos el Marqués, pues ya lo era.

Pero á mas de que estas ficciones son evidentemente cavilaciones infundadas y que están en contradiccion con los principios de la ontología, todavía se las puede desvanecer con una razon concluyente. Sean A, B, C, D, los seres necesarios é incondicionales: cada cual es puesto absolutamente, y con un estado primitivo que llamaremos respectivamente a, b, c, d.

El P. Ezguerra en su obra nos dos de cada una de las siguientes letras: a, e, d; como se verá en la plancha que damos. El Pangasinan tiene las letras a, t, h diferentes de lo que llamaremos el tipo Tagalog. La forma de la h es, sinembargo, la mas constante en estos alfabetos. Le falta la consonante ñg, y aqui no puedo afirmar, si existe ó no en Pangasinan, aunque me inclino á creer que si.

Desconfiando de los médicos, sólo se aplicaba remedios que llamaremos populares, recomendados por las comadres de la vecindad, los unos del orden supersticioso, los otros del género terapéutico familiar; y como se los administraba todos a la vez o in solidum, sin criterio, sin tino, la buena mujer estaba cada día peor.

Hay otros que llamaremos «intrépidos», muy expeditivos en sus procedimientos, que quieren llevar las cosas a paso de carga, hombres impacientes, exaltados, audaces, de sensibilidad tormentosa y hasta huracanada.

A estos dos caballeros mozos, como quien han de ser las principales personas deste cuento, por excusar y ahorrar letras, les llamaremos con solos los nombres de Carriazo y de Avendaño.

Las cartas que la primera parte contiene parecen escritas por un joven de pocos años, con algún conocimiento teórico, pero con ninguna práctica de las cosas del mundo, educado al lado del señor deán, su tío, y en el Seminario, y con gran fervor religioso y empeño decidido de ser sacerdote. A este joven llamaremos D. Luis de Vargas.