Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 6 de junio de 2025


Parece que nuestro querido sobrino no pierde el tiempo observó maliciosamente el vizconde, refiriéndose a doña Inés y al joven duque. Haznos los honores de tu casa, Pablo. Piensa que sentimos nuestros músculos un poco entumecidos de las posturas que nos dieron los pintores. Para desentumecernos nos vendría muy bien danzar un poco. ¿No tienes por acá un laúd?

¡Hombre al agua! Al cerrar la noche, salió de Torrevieja el laúd San Rafael, con cargamento de sal para Gibraltar. La cala iba atestada, y sobre cubierta amontonábanse los sacos, formando una montaña en torno del palo mayor. Para pasar de proa a popa, los tripulantes iban por las bordas, sosteniéndose con peligroso equilibrio.

¡Bailar! ¡Excelente idea! interrumpió palmoteando doña Inés. Ahí no por qué capricho, pues yo nunca amé la música ni supe tocar una nota, me ha puesto Goya un laúd sobre una consola, en el fondo de mi cuadro. ¡Tomadlo, vizconde, y tocadnos algo para que bailemos! Guy tomó en efecto el indicado laúd, sentose sobre una mesa y preludió unos bonitos acordes.

Alguna vez al apagarse el dia Oirás sonar mi fúnebre laud, Y arrodillado ante tu fosa fria, Decir al polvo del dolor ¡Salud! ¡Nunca te turbe el grito del hermano Que cae herido del furor tenaz, Y al abatir sobre esta cruz mi mano Puedas, poeta, dormitar en paz!

Carta acá, carta allá, y entrevista en las Descalzas todos los días, porque la Condesa vieja es tan devota, que no se mueve un clérigo ni fraile en las iglesias de Madrid sin que ella vaya á meter sus narices en la función. El hidalguillo tañe su laúd que se las pela, y la dama le manda décimas y quintillas. Ambos están muy amartelados.

JIMENO. ¿Y qué? GUZMÁN. Su intento era entrar en la habitación de Leonor, para lo cual se había proporcionado una llave. JIMENO. ¿Cómo!... ¿En palacio!... ¿Y se atrevió al fin? GUZMÁN. Entró efectivamente; pero en el momento mismo, cuando lleno de amor y de esperanza se le figuraba que iba a tocar la felicidad suprema, un preludio del laúd del maldito trovador vino a sacarle de su delirio.

El mar estaba oscurísimo; más oscuro que visto desde la cubierta del laúd. Creyó distinguir una mancha blanca, un fantasma que flotaba a lo lejos sobre las olas, y nadó hacia él. Pero de pronto ya no lo vio allí, sino en lugar opuesto, y cambió de dirección, desorientado, nadando con fuerza, pero sin saber dónde iba.

Palabra del Dia

vorsado

Otros Mirando