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Actualizado: 9 de junio de 2025


Pensaba escribir inmediatamente una carta á su madre, á Cabesang Andang, para enterarla de lo que había pasado y decirle que las aulas se le cerraban para siempre, que si bien existía el Ateneo de los jesuitas para cursar aquel año, era muy probable que no le concediesen los dominicos el traslado y que aun cuando lo consiguiera, en el curso siguiente tendría que volver á la Universidad.

En las misas cantadas que se dicen en la iglesia de Concepcion, celebradas todavía con todo el aparato que empleaban los Jesuitas, la música instrumental es de tal naturaleza, que sorprende realmente, cautivando el gusto á par que la admiracion.

Esta nacion ha modificado en cierto modo algunas de sus primitivas costumbres, y á mi modo de ver, semejante resultado es debido al régimen de uniformidad, establecido por los Jesuitas en las misiones de Moxos.

En Filipinas, nido de frailes, de procesiones y de jesuítas ¡cosa rara! puede decirse hay libertad de cultos. ¿Se creerá esto de aquellas comarcas simbolizadas por el que no las conoce bajo la intransigencia del exorcismo, de la intolerancia y de la presión del púlpito y del confesonario?

El automóvil era para las señoras. Pepita apreciábalo en mucho porque era un motivo de envidia para las amigas; doña Cristina consideraba como un homenaje á la Fe, el llegar en él á las puertas de la iglesia de los jesuítas. Era el dernier cri de la devoción; daba á entender, según ella, que el progreso no está reñido con el dogma.

Yo por mi parte no me admiro de lo que había, atendiendo a lo fértil de esta provincia y la mucha subordinación de los indios, que, con tenerles negado absolutamente el trato con los españoles, no conocían otra autoridad que la de los jesuitas, y así hacían cuanto querían de ellos.

En esta sociedad andaba la mano de los jesuitas; ellos les habían confeccionado sus reglamentos disciplinarios, en los cuales preponderaba un espíritu de inquisición completa: un librito reservado, de pocas hojas, en el que abundaban las transaciones del pudor con las conveniencias sociales y las exigencias religiosas; los casos en que las socias podían inquietar la virtud de los hombres con sus prendas físicas y morales; las ocasiones en que era lícito escotarse, y creo que hasta la línea del busto de la que el escote no podía pasar.

El orbe antiguo no fué bastante extenso para la extraña actividad de los jesuítas. Ellos invadieron todas las regiones que los grandes y recientes descubrimientos marítimos habían abierto al emprendedor genio de Europa.

Navegando por el Rio Blanco y el Rio Itonama, y atravesando sobre una canoa llanos inundados, hasta llegar al Rio Machupo, pude visitar sucesivamente Concepcion, Magdalena, San-Ramon y San-Joaquin, restos del esplendor pasado de los jesuitas.

Lo místico y lo contemplativo en los jesuítas no fué el fin, sino el medio para apercibirse á la acción y cobrar fuerzas y virtud mayores con que alcanzar en ella la victoria.

Palabra del Dia

vorsado

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